Parte 14

7 0 0
                                    

Las noticias, vía IP

"En estos momentos estamos por presenciar, a nivel mundial, la transmisión de las imágenes de la familia de la niña Sophia. Su recuperación dentro de las instalaciones del CCDI ha despertado mucha curiosidad, además de esperanza para las futuras generaciones. Aunque hay países donde se ha logrado erradicar en un 99% todo tipo de enfermedades, aún quedan rincones del planeta donde habitantes renuentes, hacen todo lo posible por evitar las vacunas de dicho centro. Esperamos, que, con el testimonio de la familia de esta niña, el 1% que no tiene las vacunas requeridas, acepte tomarlas. Dentro de unos minutos conoceremos lo que parece ser, el parte aguas de un tiempo de completa salud, bienestar y tranquilidad emocional. Veremos también las imágenes del antes y después, con el fin de callar rumores con tintes alarmistas, que hablan de una supuesta deformación genética. Como ya sabemos, no ha habido pruebas contundentes para aceptar que las vacunas, tengan algo que ver con las supuestas alteraciones o con el número casi nulo de mortandad en los últimos años. Todo esto y más, al regresar de unos anuncios por parte de los patrocinadores."

"Desde el canal de noticias especiales, su amiga... Fanny Trejo"

En las entrañas del CPC

Bryan continúa mandando señales a sus compañeros. Parece ser que no logra que estas salgan más allá de la burbuja en la que están encerrados. Remy está inconsciente, y Bryan no puede pensar debido al cambio de temperatura constante. Su cuerpo está frío, su cabeza caliente, y sus manos ya no le responden como él quisiera. Se deja caer en el piso, encogiendo el cuerpo, deseando que la ayuda o la muerte lleguen pronto. Aunque no tiene la intención de morir, sabe que las posibilidades son muy escasas. Se tapa la cabeza con los brazos, para que el dolor que empieza a sentir aminore. Y recuerda las palabras de Normand en una noche de entrenamiento. Cuando le decía que la mente puede ser más fuerte que el cuerpo mejor entrenado. Que era posible desconectarse de la realidad, por medio de la concentración del pensamiento. Esta técnica la usaba Normand para memorizar gran cantidad de información que recordaba en un segundo, en situaciones extremas. Bryan lo llegó a usar, aunque no logró desarrollarla a un nivel mayor. Esta vez, tendría su oportunidad, y tal vez la solución al dolor sufrido. Era difícil hacerlo estando encerrado, en medio de nada, con extremas ondas de calor y frío atacando su cuerpo. Bryan cerró los ojos, se concentró y el efecto de la fuga de la realidad empezó a hacer lo propio. Alguna vez Normand le confesó que mientras lo hacía, se veía volando en medio de números y letras que después, le venían a la mente como atraídas por un magneto. Le explicó que, cada persona lo experimentaba de forma diferente, pero que los resultados eran los mismos. Lo que cambiaba era la forma de transición. Bryan comenzó a verse rodeado de árboles, en medio de un gran bosque, como los que dejaron de existir y volvieron a nacer de los desiertos. Esta vez no estaba en su habitación usando el IP para extraer paisajes virtuales, lo sentía real, muy real. Del otro lado del bosque escuchaba una voz que le decía que esperara, que no se dejara vencer por el temor de morir. Era la voz de un ángel, igual al que usaban en sus escudos los policías de su ciudad. Escuchaba como los árboles caían uno a uno, heridos por el hacha del hombre. Cada vez que un árbol caía, el sentía una ligera punzada en el corazón, que se hacía más y más fuerte. Quería gritar, pedir auxilio, pero su voz se ahogaba con el ruido estruendoso de la caída de los enormes árboles. El aire se llenaba de polvo, de miles de hojas secas volando por todas partes, entre aullidos de agonía. Su corazón le comenzaba a sangrar, pero el dolor iba desapareciendo en medio de la voz del ángel, quien le decía que esperara un poco más. Conforme las hojas terminaban de caer al suelo húmedo, la misma tierra las absorbía dejando limpio el lugar. Los árboles muertos se secaban rápido, casi de inmediato con el contacto de la tierra. De pronto todo el bosque era un inmenso desierto de color café oscuro, con un olor en el aire a quemado. Bryan ya no sentía ningún tipo de dolor, al contrario, sentía una tranquilidad interior demasiado intensa, gratificante. El olor a quemado provenía del otro lado del desierto, donde se podía ver a lo lejos un monumento de gran tamaño. A medida que Bryan se iba acercando, el monumento parecía cobrar vida, era como si la enorme masa de hierro reconociera al hombre que se iba acercando a ella. A unos metros de distancia Bryan se detuvo, en ese momento el monumento dio un giro hasta quedar de frente con él, y le estiró un brazo en señal de saludo. Bryan dudó un poco, no sabía que hacer, después de todo lo que había visto no le parecía rara esa situación. El monumento empezó a abrir lentamente la boca, y en cuanto lo hacía, una luz de color plata salía desde el interior. Bryan no cerró los ojos, a pesar de que la luz era muy intensa, el siguió de pie con los ojos y los sentidos bien abiertos. Los dos brazos del gigante querían tocar a Bryan, era algo así como una petición de un abrazo, como si en eso se le estuviera yendo la vida y el pequeño humano pudiera hacer algo por ayudar. Pero Bryan no lo notó, la luz lo cegó al grado de no ver otra cosa que no fueran los destellos plateados salidos de la boca del monumento. En ese instante el gigante de metal empezó a quebrarse, haciendo un ruido similar al de los árboles en el momento de golpear contra la tierra. Bryan despertó, pero el ruido que indicaba que algo se rompía seguía en el aire, al igual que la luz color plata.

2041Donde viven las historias. Descúbrelo ahora