Parte 21

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En las pantallas gigantes de todo el mundo.

La imagen es muy nítida, muy clara, pero también muy desoladora. Una explosión que no termina nunca, y que poco a poco va consumiendo todo lo que encuentra a su paso, despacio. Es una explosión que parecería que va en cámara lenta, si no fuera porque los estragos y los daños nos hacen pensar otra cosa. Avanza de tal forma que nada se escapa de su voraz apetito de destrucción, y segundo a segundo se escuchan los gritos de gente inocente que no puede más que luchar inútilmente por salvar sus vidas. Detrás va quedando el fuego, va quedando el rastro de las cenizas de objetos y de personas, va quedando el rastro que deja perplejos a los espectadores que presencian el horror a lo lejos, muy en grande. Inició en un lugar apartado de las ciudades grandes, en un callejón donde se encontraban decenas de curiosos que observaban las luces que salían de una pantalla, ubicada en una casa de campaña rodeada de pilas de llantas.

En lo que antes era un desierto.

Llegando a Sonora, un vehículo se desliza debajo de un puente impresionante que a lo lejos parecería ser la entrada a una ciudad de gigantes, de seres enormes que viven en medio de una abundante vegetación. El camino no es muy ancho, aunque si está bien delimitado. La señal en clave que recibió Valeria, le indica estas coordenadas como la primera que tiene que visitar, antes de otras dos. Aidan despierta de golpe, al recibir en sus narices el fresco y a la vez fuerte olor de los árboles de mentas que van pasando a gran velocidad. El viento cálido lo recibe con una vista muy agradable, llena de cafés confortables y verdes exagerados. Los chillidos de animales que no distingue muy bien, los cantos de las aves que acompañan al vehículo por varios metros y después dejan dando paso a otros más, con colores igual de vistosos y llamativos. Todo es un regalo para los sentidos; el aroma, la vista espectacular, los sonidos inimaginables, nuevos, fuertes, la sensación de estar viviendo realmente lo que un programa del mejor canal virtual pudiera ofrecer, todo, todo es un regalo que solo pudo ser posible, gracias a la siembra de agua, en un lugar que antes solía ser una pesadilla en forma de árido desierto.

Valeria. - ¿Qué me dices? –pregunta con un tono de segura presunción -.

Aidan. - Que te digo ¿de qué? – responde sin que Valeria se dé cuenta de que en verdad está admirado por tanta belleza "natural" -.

Valeria. - Ya, no te hagas, si bien sabes de lo que te estoy hablando chico. Y no me digas que no estás admirado con tan bello paisaje. Estoy segura de que en tu vida habías visto algo parecido.

Aidan. - Bueno... la verdad es que sí, tienes razón. Y reconozco que todo esto es muy increíble, es muy grande, muy...

Valeria. - ¡Majestuoso! – Interrumpiéndolo – es lo que querías decir.

Aidan. - Por eso no te lo quería decir – ríe complacido-.

Valeria. - Pronto vas a conocer un poco más de la historia de este lugar. Tenemos que recoger a una conocida de Remy y después vamos a donde se encuentran Normand y... ¿quién crees?

Aidan. - ¿Israel?

Valeria. - Así es, Israel.

Aidan apartó su mirada y la posó a lo lejos sobre el puente que no terminaba de perderse en el horizonte. Y se lo imaginaba como la salida de un lugar lleno de magia y vida. Y que del otro lado se encontraba la desgracia, junto con la muerte que hacía muchos años no se hacía presente. El olor a menta había desaparecido, dejando el camino a un aroma todavía más exótico, pero igual de rico. Aparecían una serie de gigantescas pirámides, seguidas unas por las otras; de distintos tamaños. En ellas, en su base, muy en lo alto, se podían ver los danzantes anunciando la llegada de extraños. Los bailes y los sonidos poseían una sincronía por demás encantadora.

2041Donde viven las historias. Descúbrelo ahora