Parte 8

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FOT

Valeria ahora quisiera dormir. A unos metros de ella, se enciende una pequeña luz. Normand despierta lentamente, voltea al monitor y ve la hora. Es muy temprano para estar despierto, pero él siempre despierta a las 5:40. Aunque no tenga motivos para hacerlo, su reloj biológico lo hace. Y desde esa hora está activo, aunque esta vez no sean las 20 para las 6, se pone de pie. Su cabeza tiene muchas ocupaciones que le quitan el sueño. En realidad, ha estado durmiendo poco últimamente. Abre uno de sus cajones y ahí dentro se posa su mirada, de lado a lado, tratando de escoger uno de los tantos libros que ahí guarda. Toma su libro favorito, un libro de hace unos 38 años atrás. El libro es de portada negra, un poco polvoso y maltratado; su contenido está intacto. A Normand siempre le gusta leer en ocasiones como esta. Este libro lo relaja, lo remite al pasado, al tiempo cuando la gente tenía a flor de piel sus sentimientos. El libro, no muy grueso, de hojas decoloradas y con el rostro desdibujado de un mimo en la portada, se llama "Carcajadas". Este libro tiene alas para él, siempre lo despegan de la tierra y lo llevan hasta los años donde la tecnología y la maldad estaban demasiado lejos de ser lo que son ahora. Se sirve un poco de jugo de piña, pone un poco de música y se recuesta. Deja su libro entre sus manos, abierto al azar, con las letras boca abajo, dejando que la voz acaricie sus ojos semicerrados. Deja que el sentimiento de su cantante italiana lo envuelva y lo prepare para una lectura concentrada. Abre los ojos por completo y en la página que escogió a la suerte, se encuentra la historia principal del libro. Es un libro con diferentes historias, siendo la historia que le da nombre al título, la de un hombre dedicado al espectáculo en las décadas mismas del inicio de las carpas. Una historia de amor y desamor. Una historia en la que el paso del tiempo le juega una cruda broma al personaje principal. El final, inesperado, lo lleva en busca de ese gran y único amor, por el que cualquiera es capaz de todo.

Normand comienza a leer y a pesar de haber leído ya mil veces esas historias, le apasionan y le enternecen como la primera vez. Y lee:

"ESTABA FRENTE AL ESPEJO, Y ME PARECIÓ VER COMO MI ROSTRO IBA CAYENDO, AL MISMO TIEMPO QUE RECORDABA MI ÚLTIMA ACTUACIÓN, LA MISMA QUE COMENZÓ CON RISAS Y APLAUSOS, PARA TERMINAR CON LÁGRIMAS Y DOLOR.

¿QUE SABÍA TODA ESA GENTE QUE ESTABA FRENTE A MÍ, QUE SABÍAN ELLOS DE MÍ, DE MI PERSONA Y DE MI TRISTEZA?, TENÍA YO LA MEJOR DE LAS MÁSCARAS PEGADA A MI PIEL. Y POR DENTRO UN REFLEJO, UN..."

Unos golpes en la puerta le hicieron perder la concentración. Eran unos golpecillos leves, como si alguien quisiera que solo él los escuchara. Se levantó un tanto extrañado. A esa hora, no podría ser otra que Valeria. Algo importante se le ofrecía, no había otra explicación. Se aseguró desde su pantalla que le daba el panorama entero del otro lado y efectivamente, la que tocaba era Valeria. La puerta se recorrió hacia abajo y desapareció, para dejar a la vista la figura de una mujer hermosa, alta, de pelo negro, que vestía un colorido traje pagado a su cuerpo; un traje que volvía loco a quien lo mirara de forma detallada, por más de un minuto. Un minuto que Normand tardó en comprender lo que estaba pasando. Demasiado tarde. El embrujo de la madrugada, la luz de la luna y los ojos de la niña tabasqueña, lo estaban hipnotizando. Lo estaban invitando a volar más allá de donde su lectura y su música lo pudieran llevar.

Él no sabía qué hacer, solo pasó sus brazos por sus hombros y le dijo que era mejor que volviera y durmiera un poco, que tenían que estar alertas para lo que se pudiera presentar. Valeria no dijo una sola palabra, así como se presentó, volvió. Normand sabía que su espíritu inquieto lo empujaba a corresponderle, su alma de quien vive la vida una vez, al máximo, le decía que fuera tras ella. Pero su sentido de la responsabilidad, esta vez le detenía para nada más contemplarla y ver cómo se perdía entre los pasillos. Lo que Normand no vio, fue un apretón en el pecho de Valeria, tan fuerte que le llegó al corazón y subió por su garganta. Para terminar en su mejilla, tan cálida, tan suave, como una lágrima.

2041Donde viven las historias. Descúbrelo ahora