En el vehículo de Remy.
El vehículo seguía su viaje, esta vez hacia la nada. Parecía un cometa que viajaba a baja velocidad dejando a su paso una leve estela de humo blanco. En su interior, un hombre que se tornaba naranja había caído en un abismo de sueños y pesadillas. El destino del vehículo se había perdido haciendo que este siguiera y siguiera sin parar. El hombre que viajaba dentro hubiera sido presa de una muerte que tal vez muchos hubieran querido tener. Con la conciencia lejana, tranquila; con los sentidos inmersos en un lugar distante, así, sin sufrimiento ni agonía, parecía dejar de existir el líder que tenía la cura para el mal que hace muchos años, una persona había cultivado en un laboratorio. Dentro de él, la cura seguía trabajando para que su cuerpo no se descompusiera por los efectos del calor. El vehículo seguía envuelto en llamas sin rumbo fijo. El cuerpo de Remy soportaba la temperatura, que, inevitablemente le iba dañando algunos de los órganos más vulnerables. El rojo de sus ojos apagados para siempre; su destino que no le había olvidado sin que este le hubiera dejado ver como a un héroe; el sueño eterno que le abrigaba en el olvido, lo hacía saltar de entre los muertos, alcanzando a vislumbrar apenas durante el trayecto, las guías que Kiev había dejado antes de desaparecer en las interminables olas de arena.
Apenas oportuno, ya que la silueta de un vehículo amenazaba con salir. Silvia, un segundo antes de que se abriera por completo la plataforma, lo distinguió y se fue contra de Kiev, ocasionando que el mismo vehículo golpeara de forma violenta la estructura. Remy se aferró a una de las partes del vehículo, que caía para llegar de nuevo al interior del refugio. Este se cerró completamente. Dentro, Silvia era jalada a rastras por Alison hasta llegar a una orilla formada por las consolas de mando. Remy corrió por ellas para subir otra vez al vehículo, luego de que accionó el automático de salida. La acción fue rápida, ya que el golpe que lanzó lejos a Kiev, les daría una última oportunidad para poder escapar, dejándolo adentro, solo. Cuando Kiev reaccionó, ya fue muy tarde. Los tres huían con destino a donde Bryan les esperaba. El grito de frustración del padre de Alison llenó el vacío que le aguardaba en el refugio, donde un par de cadáveres le esperarían a hacer compañía tal vez, por siempre. Por su parte, Alison hacía un esfuerzo por no voltear hacia atrás, temiendo que el fuerte sentimiento le traicionara.
Guanajuato.
Los dos cuerpos jugaban a conocerse, lentos, pausados. El sudor en la espalda de ella le causaba un cosquilleo grato, que crecía con los besos de él. Su espalda se arqueaba juguetonamente, invitándolo a seguir. El devoraba su olor, en cada suspiro que daba, en cada pequeña mordida que deba y recibía.
Las llamas consumían todos los hogares de la ciudad de Guanajuato. No había vida en sus callejones ni en sus túneles. Ni un ser respiraba la tranquila vida que antes ofrecía el lugar, que se había ganado el título del lugar más antiguo del planeta. Después de la guerra, Guanajuato gozaba con la fortuna de ser de los pocos lugares en quedar en pie. Casi intacto.
La ciudad entera se vestía de rojo. La catedral se desmoronaba terminando con siglos de majestuosidad. El Pípila se desplomaba envuelto en un lago de lodo que burbujeaba hirviente. Guanajuato, al igual que muchas ciudades de muchos países que se mantenían en movimiento, caían uno a uno. El cielo se revestía entre anaranjados y rojos, entre las negras nubes que abarcaban kilómetros de distancia y los relámpagos que bajaban dibujando el dedo del diablo, oportuno para los que recibían la muerte fuera, lejos de algún lugar donde su fin pudiera parecer más prolongado.
La modernidad que se iba acostumbrando a lo primitivo se desdibujaba por igual. Las olas destructivas que nacían de la nada, se mezclaban impactando la atmósfera completa hasta romperse y volver su camino arrasador. Las que se desgastaban en el viaje, las que se hacían menos fuertes cada vez, cazaban en escupidas tiradas al azar. Varias de estas, de las que se perdían con las grandes distancias, llegaban a donde un SH aguardaba sentado al pie de un refugio.
Cerca del refugio donde Bryan.
Remy se detuvo, cuando vio cómo todo el horizonte se oscurecía en sentido contrario a ellos. Dio la vuelta para tomar más velocidad y detenerse en una zona donde pudo descargar toda la potencia del arma del vehículo. El enorme agujero que logró hacer al pie de una de las pocas montañas que marcaban el final del territorio arenoso, le sirvió para que, bruscamente, empalmara de un golpe el vehículo, haciéndolo entrar a fuerzas en el interior.
El oscuro paisaje era el resultado de las fuerzas que se encontraban en una batalla por la tierra. Las ondas de las explosiones terminaban justo donde el océano se levantaba, solo para retomar sus fuerzas y volver a emprender el trágico viaje que barría desde el cambiante cielo hasta la faz de la tierra. Las naciones que auguraban buenos años no volvieron a ver ni un haz de luz, luego de ensordecer con un hilo de oscuridad que se extendía entre ellas. Los refugios iban a ser parte importante entre lo que pudiera ser la voraz muerte y la esperanza luego de mucho tiempo. Tal vez meses, tal vez años. El denso silencio que abrazaba a las primeras naciones cercanas al origen de la "limpia", llegaba acompañado por el frío que se arrastraba con el olor a cadáveres deshechos por el calor previo. Las temperaturas cambiantes, miles de veces mucho mayores que la de la burbuja, sencillamente no dejaban esperanza alguna para los infortunados que no habían tenido tiempo de esconderse. Las aguas se volvieron salvajes, los pocos bosques un infierno, los cielos una interminable nube nocturna, la vida una mariposa encadenada al acero. Los resultados verdaderos jamás estuvieron cerca de lo que al Presidente se le había hecho creer.
El fuerte golpe causó el desmayo de Silvia, a pesar de que había sido protegida por Alison. Algo que le pareció muy oportuno a Remy, ya que así no tendría que sufrir en caso de que el final les sorprendiera ahí dentro. Remy miró el rostro quieto de la chica. Supo ver que alguien como ella estaba muy por encima de todos, incluyendo a sus propios compañeros. La miró, y se sintió satisfecho de que al menos, habían podido hacer todo lo posible por conservarla con bien, hasta ahora. Una vez tomados de las manos, Remy y Alison habrían de esperar. El vehículo se iluminó de plata y naranja. La sangre de Remy se vertió sobre los labios de la vulnerable chica. Remy dibuja con su dedo unos símbolos sobre el cristal empañado, Alison asiente con la cabeza, en silencio. Lo sabían, no había nada más.
En el refugio donde Kiev.
Kiev cerró por dentro, pensando en que no podía hacer nada por ayudar a nadie más. Alucinaba. En verdad quería ayudar, deseaba hacerlo. Solo que el lugar estaba desierto, y según él, no había un ser vivo en un círculo de varios kilómetros alrededor. Intentó encender la luz, pero se dio cuenta de que los sistemas de emergencia estaban dañados. Caía tantas veces como las que se volvía a incorporar. No soportaba la ropa, pero no se decidía a dejarla. Únicamente se deshizo de los pesados zapatos y los arrojó tan lejos como pudo.
En la oscuridad, en medio de la nada, se acostó sobre el piso, y se dispuso a descansar. El silencio era total, solamente su respirar cortaba el leve sonido del viento caliente, que iba y venía como el oleaje del mar. Cerró los ojos, y entre sueños creyó escuchar el cántico de guerra utilizado por los alemanes de la 2ª guerra mundial. Los escuchaba lejanos, en una sola voz. El viento dejó de ir y venir, para abrazar el refugio de forma permanente. Kiev sudaba, el calor era insoportable, al grado que se tuvo que levantar y pensar seriamente en salir de ahí. Su cuerpo estaba bañado en sudor y el fuerte calor dio paso al miedo, cuando el cántico alemán se hacía más y más fuerte. Kiev seguía sudando, temblaba y se preguntaba si todo esto era parte del sueño o si era su realidad. Quiso abrir el refugio, pero se detuvo. Comprendió que en algo tenía razón, no podía haber un ser vivo en muchos kilómetros a la redonda. Y de ahí, de ese pensamiento nacía su temor. Un humano no era capaz de soportar la temperatura de afuera. Kiev se volvió a recostar. Volvió a cerrar los ojos, suplicando a la nada que le diera la fuerza necesaria para aguantar, para no darse por vencido. Una lágrima se mezcló con el sudor que ahora era frío, y le continuaron otras, hasta que se sintió seco por dentro.
Afuera, como si estuviera empezando una oración, alguien esperaba, sereno, recostado también, con un cántico sin fin. Sin prisa, muy quedito, sabiendo que como al principio, tenía mucho que ganar... y muy poco que perder. Faltaban poco más de dos horas para la llegada del año nuevo.
FIN.
Escritaen el 2003.
Registrada ante la SOGEM: 03-2004-012812294500-01.
Salvador R. D.
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2041
Science FictionNovela gráfica. La historia comienza un poco antes del fin de año del 2041. La fuerza opositora en la tierra, quiere llevar su causa a todo el planeta, lugar donde están sucediendo los más crueles experimentos en manos de un grupo de científicos neo...