Parte 26

57 0 0
                                    

En el vehículo de Remy

La vida le pasaba delante. En cada kilómetro que recorría, las escenas de su vida le iban mostrando todo lo que él había sido hasta el instante que vivía. El viento parecía irse calentando conforme avanzaba. Sin tener plena conciencia de lo que hacía, programaba el vehículo con el destino final. Remy recargaba sus brazos y su cuerpo vencidos por el cansancio y el hambre. Su cabeza daba vueltas y vueltas. Sentía que las sienes le iban a reventar si movía apenas el cuello, o si apretaba un poco más los párpados. Comenzó a soñar...

"su cuerpo empezó a sacudirse de atrás hacia adelante en movimientos bruscos, involuntarios y rápidos. Sentía como la sangre se agolpaba toda dentro de su cabeza y lo hacía abrir y cerrar los ojos en un fallido intento por recuperarse. Lo último que vio antes de desmayarse, fue el rostro angelical de una chica que le extendía los brazos en señal de espera. Después de eso, su cuerpo no soportó más y se perdió en un viaje guiado por imágenes irreales. Remy no supo más de sí...".

El vehículo seguía hacia el destino programado, al mismo tiempo que las imágenes de una señal débil e incompleta trazaba la ruta de la gran sombra que se alistaba para dar de golpe, en un punto del océano.

En el interior del refugio del Presidente

Silvia era llevada hasta donde el Presidente se encontraba. Con una calma total, este sacaba un arma del interior de un cajón que se abría al contacto de su dedo índice. El arma era pequeña, pero de gran poder. El Presidente la apuntó en dirección de cada uno de sus ayudantes y accionó el gatillo en más de una ocasión. Nadie pudo escapar de esa muerte inesperada. Todos, incluso Mendoza caían deshechos por el disparo ante el espanto ocasionado en Silvia. De esto se daba perfecta cuenta el Presidente y lo gozaba como nadie.

Presidente. - Nada nuevo niña. Todo es cosa de que te acostumbres. Después de que cruzas la línea, ya no hay regreso. Cada vez es más fácil que la anterior. Deberías de intentarlo alguna vez. Toma.

Silvia. - N-n-no puedo hacerlo. ¡Usted es un monstruo!

Presidente. - Es por ello que estás aquí, conmigo. Tú, además de Byanka, son las únicas personas en el planeta que gozan de una pureza completa. Son cien por ciento puras, ¿puedes creerlo? Todos, a excepción de ustedes, de alguna forma llegaron a estar expuestos a cualquiera de nuestros transgénicos. No solamente por la boca podemos entrar en ustedes, así que, hay gente allá afuera que tiene la suerte de no estar familiarizada con lo metabologénico, pero, no quiere decir que no esté exenta. Es cosa de los porcentajes, ya sabes cómo es eso. Entonces, diviértete, no tienes otra alternativa, solo toma el arma y apúntala hacia cualquiera de estos tipos muertos. Verás que no tiene nada de dificultad. Pienso que te puede llegar a gustar.

Silvia. - Mejor máteme de una buena vez. Yo no sé para qué me quiere aquí encerrada.

Presidente. - ¿No lo sabes? Es natural que no lo sepas. Tú eres pieza importante para el futuro de la humanidad niña. Muy importante.

Silvia. - Démela. ¡Deme el arma!

Silvia toma el arma de las manos de su captor, acercándose a uno de los cuerpos tirados junto a ellos. Apunta el arma e inesperadamente da un giro quedando de frente al Presidente.

Silvia. - ¡Déjeme salir de aquí! ¡Ahora!

Presidente. - ¿Lo ves? No es difícil cuando tienes algún motivo para hacerlo. Bueno... simplemente hazlo.

Silvia. - Yo no soy asesina. Solo quiero salir de aquí.

Presidente. - Todos lo somos niña... todos lo somos.

2041Donde viven las historias. Descúbrelo ahora