Capítulo Diecisiete

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Advertencia: en el presente capítulo hay alto contenido sexual. Está en sus manos saltarlo o no hacerlo, así que así mismo, no me hago cargo de ningún tipo de reclamo posterior. Todo está a su discreción.

Pasando lo anterior y tanta seriedad ¡voten y comenten, dulzuras! Que me hace feliz leerles. Gracias de antemano y difruuuuuten este capítulo de casi 5.500 palabras.

*

―No, en serio, ¿The Ramones? ¿Qué eres? ¿Hipster? ―alcé mi ceja, viendo la tercera camiseta de The Ramones que Harry se probaba, la primera en blanco, la segunda en negra y ahora tenía puesta una rojo italiano.

―Solo dime cuál luce mejor―refunfuñó cuan niño pequeño mirándose al espejo.

―Las tres.

―Una.

―Las tres. Luces bien con todo―me encogí de hombros y me giré caminando hasta donde estaban las camisetas de otras bandas. Sonreí al ver una de The Killers. Siempre serían una de mis bandas favoritas.

―Me llevo las tres entonces.

―Tu dinero, no el mío.

―Cierto. ¿La quieres? ―me sobresalté cuando puso su mano en mi cadera. Reí un poco y negué.

―No.

―Anda, sí la quieres. Busca tu talla, yo te la compro―alcé mi ceja y giré mi cabeza para mirarle. Él se encogió de hombros y sonrió―. Hablo en serio. Un regalo de tu "cariño".

Solté una risa y negué―. No es necesario.

Él resopló, estaba cabreándose―. ¿Qué talla eres? ―murmuró y me hizo a un lado comenzando a buscar la camiseta. Una vez hubo encontrado una, la tomó y la puso sobre mi cuerpo, entonces se alejó y caminó sin más a la caja más cercana. Medio sonreí. ¿Así sería el nuevo Harry? No lo sabía, y tampoco sabía si terminaba de agradarme.

Luego de pagar todo lo que compró, entre ello un par de camisas y jeans negros, y algunas camisetas que "lucirían bien en mí", nos encaminamos a la salida para ir al Autocine donde inicialmente íbamos a ir. Se sentía extraño estar en un centro comercial junto a Harry. Me había imaginado en muchas situaciones y muchos lugares junto a él, pero nunca en un centro comercial, y de compras. No era que me molestara tampoco. Era agradable compartir una tarde con él, me hacía sentir bien y bajo control. Podía intentar conocerle más, y eso pretendía. Tenía muchas dudas respecto a su persona, a su pasado. Quería saber quién era en realidad Harry Styles.

―Deja de mirarme, me asustas―su mano derecha tomó la mía izquierda y entrelazó nuestros dedos. Estuve a un segundo de irme de bruces al suelo, pero me recompuse con rapidez y tomé su mano también. ¿Desde cuándo Harry Styles demostraba cariño públicamente? Desde cuándo mostraba cariño en sí.

―¿Por qué? Digo, por qué te asusto―fruncí mi ceño.

―Porque estás como intentando leerme la mente―me miró al fin a un paso de salir por la puerta―, deja de psicoanalizarme, no hay nada que entender―empujó la puerta con su otra mano y salió junto a mí, caminando hasta el auto conmigo casi a cuestas.

―Sólo intento comprender por qué actúas así.

―¿Así como?

―¡Normal!

―Siempre he actuado normal.

―Quiero saber qué...de qué te enteraste. Joder, te cambió demasiado y...―dejó de caminar y me enfrentó. Soltó mis manos y tomó mis mejillas sin mucha delicadeza, pero suavizó su agarre sólo unos segundos después.

Diecinueve Veranos |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora