Diecinueve Veranos |Larry Stylinson|

Capítulo Tres

Sentía calor. Tenía la boca seca sin mencionar el dolor de cabeza que atacaba mi cráneo. Abrí mis ojos con lentitud dolorosa y jalé de la bandera hasta poder sentarme. Miré al rededor mientras bostezaba. Era otra estación de servicio, diferente a la del día anterior. Busqué alguna pista que me dijese dónde estaba, alguna señalización o algo, pero no hubo nada. Usando acoplo de todas mis fuerzas salí del auto y no pasó mucho tiempo cuando todos aparecieron corriendo entre risas, jugando. Todos estaban mojados de pie a cabeza, así que seguí el rastro de agua buscando a Harry y le encontré medio desnudo en una de las duchas al aire libre. El agua caía sobre su cuerpo, y al otro lado del lugar chicos de los cuales había olvidado el nombre, se lanzaban agua con una manguera que parecía medir kilómetros a nunca acabar.

―¿Disfrutando de la ducha?―toqué la espalda mojada de Harry y él me miró asintiendo.

―Quítate la ropa y únete―sonreí cuando al señalar un costado me mostró una muda de ropa limpia. Mi ropa. Comencé a desnudarme hasta quedar en las mismas condiciones que él y me metí bajo el agua. Estaba tibia―. Un par de dólares la hora y todos nos podemos duchar y jugar un rato―puso champú en mi cabello y él mismo comenzó a lavarlo. Yo sonreía―. ¿Dolor de cabeza?

Asentí y reí por lo bajo.

―Bebí mucho anoche.

―El cuarto de lo que bebimos nosotros.

Y todos jugaban y reían como si no estuvieses resacosos de la noche anterior. Posiblemente yo había perdido toda mi resistencia al alcohol luego de meses de no probar una gota. Sus dedos comenzaron a masajear mi cuero cabelludo casi con profesionalismo, pero no demoró mucho en pasear mis dedos por mis costados, masajeando luego mi pecho.

―Eres muy atractivo, Louis―susurró de pronto. Se acercó a mí y hundió su rostro en mi cuello, besando y lamiendo mi piel, produciendo que millones de escalofríos recorrieran mis extremidades. Medio sonreí intentando controlar los sonidos que por mi boca querían salir―. Terminemos con esto. Y vamos a seguir conduciendo.

Pero ese no era el plan de Lana cuando llegó a nosotros y nos lanzó un puñado de tierra que nos cubrió el cuerpo por completo. Harry le miró y hecho un suspiro salió corriendo tras ella. Yo le seguí y la atrapamos entre ambos, Chris le lanzó lo que pude descifrar era harina. Comencé a reír, viendo a Harry y Lana tapados en harina. Pero no duró mucho mi celebración ya que luego de unos segundos, me vi a mi mismo tapado en harina, arena y huevos. Todos explotaron en risas y yo, tras hacer un puchero que hizo reír al resto, comencé a perseguirlos tirándome sobre ellos para mancharles con la bizarra mezcla que manchaba mi piel. Unos minutos más jugando y Harry me atrapó en sus brazos haciéndome volver a la ducha entre risas. La ducha terminó cuando mis tripas gruñeron tan fuerte que Harry pudo oírlas. Se rió y me tendió una toalla. Nos cambiamos de ropa, y luego me llevó a comer. Era un poco antes del mediodía, así que pedí unas tostadas con omelette, y algo de té amargo. Harry pidió lo mismo y hablando porquerías y riendo de ellas desayunamos plenamente.

Nuevamente todos estábamos de vuelta en la carretera. Yo seguía muerto de sueño mientras que Harry lucía fresco como una lechuga. Bostecé. Él me sonrió y me jaló a él abrazándome. Jalé de la bandera y me tapé con ella, apoyando mi cabeza contra el pecho de mi chico. El auto iba en silencio solo interrumpido por el susurrar del viento, el rugir de los motores y el latir del corazón de Harry galopeando contra mi oído.

―¿Te enamoras?

Su pregunta me dejó abrumado. Abrí mis ojos de inmediato y suspiré. No consideraba que alguna vez había estado enamorado. Nunca había sentido esa necesidad inmediata, eso que te provoca correr hasta sus brazos y refugiarte entre ellos. Ese sentir que hace llorar como reír. Estar dispuesto a morir si esa persona lo hace. Seguirle y cumplir todos y cada uno de sus deseos. Sus caprichos. Nunca lo había sentido.