Diecinueve Veranos |Larry Stylinson|

Capítulo Nueve

Cuando me dijo que era un bar junto a la carretera mi rostro se iluminó de inmediato. Ese era mi lugar, ahí era donde tenía que ir y un plan sobre mi futuro se creó en mi mente con rapidez. Quizá las cosas no irían tan mal después de todo.

Joseph me ofreció dormir en su cama en la pequeña habitación en el segundo piso mientras él trabajaba toda la noche, así que sin más me fui a dormir o al menos a intentarlo. Tomé mi móvil luego de haberle cargado la batería por completo y revisé mis mensajes de voz. Tenía varios, la mayoría eran de Lana deseándome estar bien, el otro y siguiente y último eran un suspiro. Grave, ronco. Era él. Apreté el móvil entre mis dedos cerrando mis ojos con fuerza, y así fue cómo me dormí: con el móvil entre mis dedos y un último suspiro.

Desperté a la mañana siguiente, tomé una ducha en el baño y me cambié por la ropa que Jo había dejado sobre mi cama. Ropa de mi actual estilo, lo cual me llamó la atención, pero que hubiera varias mudas de ropa ahí, eso me conmovió. Joseph de verdad se preocupaba por mí. Guardé mis cosas y fui a su oficina mirándole con atención en cuanto apareció frente a mis ojos.

―No dormiste, ¿no?―recibí el emparedado que me tendía y comencé a comerlo de inmediato.

―Fui a por tu auto―negó con su cabeza respondiendo a mi pregunta―. Logré que rebajaran el precio un quince por ciento.

―Gracias, hermano―tomé mi billetera y me acerqué al cajero de su tienda. Metí la tarjeta de Liam y tras hacer una pequeña cuenta mental, saqué el total del dinero del auto. Recibí mis documentos y volví junto a Jo, entregándole el dinero en sus propias manos―. ¿Hablaste con tu hermano?

―Gracias. Y sí, te está esperando allá, también te tengo un pequeño apartamento, está a unos kilómetros en un pequeño pueblo y solo a unos minutos del bar donde trabajarás. Louis, ¿necesitas que te lleve? Sólo está a cinco horas de aquí y de verdad puedo ir contigo―me tendió un papel donde anotaba el nombre de la gente necesaria y la dirección de cada uno junto a sus números telefónicos.

―No, ya sé dónde es.

Me dio una palmada en mi hombro y juntos fuimos afuera para ver el coche. Abrió el capó del auto y efectivamente lucía como la clase de auto donde Jo pondría las manos. Era incluso mejor que el de Harry. Yo simplemente sonreía fascinado ante lo que veía. Era una buena máquina y a un precio decente y conveniente para mis doloridos bolsillos. Metí mis cosas al asiento del copiloto y metí el móvil en la guantera saliendo del auto una vez terminé de mirarle por dentro, de observar cada centímetro de su interior. Cuero de un color claro, por fuera negro azulado. Era descapotable. Y de la máquina en sí, sólo quedaba la carrocería.

―Me fascina.

―Me alegra, hermano. Te enviaré el resto de los documentos para que los firmes, de momento está a mi nombre. Yo haré el trámite, no te preocupes por nada. Entonces...¿nos vemos pronto? Eso espero―me abrazó por mis hombros con fuerza, y yo le correspondí a su abrazo―. Cuídate hermano, y no te pierdas.

―Gracias por todo, Jo.

―Por nada.

Le sonreí agradecido y me metí al auto poniéndolo en marcha. Bajé la ventanilla cuando él me lo indicó, pero de inmediato tuve las ganas de subirla nuevamente. Me tendía un fajo de billetes, posiblemente eran unos dos mil dólares, incluso más.

―Oh, no, no, hermano, no.

―No digas no―tomó mi mano izquierda y dejó los billetes ahí cerrando mi puño, el cual yo mantuve sobre la ventana sin despegar mis ojos de los suyos. Estaba sorprendido, emocionado tal vez―. Hace años atrás, aposté por ti en una carrera. Triplicaste mi dinero, hermano, y gracias a ello yo pude abrir esta tienda que ahora mantiene a mi vieja viva y mi familia unida. Esto fue el cuarto de lo que gané. Solo te estoy devolviendo el favor―palmeó mi hombro y sin decir nada más volvió a la tienda, entrando a ésta sin dar vuelta atrás. Miré el dinero entre mis dedos y sonreí. Sonreí porque había ayudado a alguien.