35.- Así debió ser

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Chrollo manejaba de regreso a casa tras firmar su renuncia, con lo que habían ganado resolviendo el último caso les alcanzaba para vivir bien durante meses.

Compartir casa con Kurapika fué la mejor decisión que tomó, a pesar de la depresión, se tenían el uno al otro y eso le ayudaba a manejar mejor sus emociones.

— Parezco un loco... — dirigió su mirada al asiento del copiloto vacío. — llevándole flores como si fuera mi novio. — se rió de sí mismo observando el enorme ramo de girasoles sobre el asiento. — Si me arrepiento le diré que las compré para comerme las semillas.

De reojo pudo notar que por la acera derecha cruzó alguien de forma fugaz en sentido contrario a él, casi como una sombra, para suerte de Chrollo, su vista era lo suficientemente aguda para detectar ese tipo de movimientos, así se delataba un asesino profesional.

Inmediatamente tomó el celular y marcó para asegurarse que Kurapika estuviera en casa, pero no contestaba, lo cuál logró preocuparlo más.

En eso, notó que una pequeña multitud de personas se acercaba al café que solían visitar por las noches, se suponía que ya debería estar cerrado, a menos de que algo hubiera pasado.

Giró de prisa y se estacionó frente al café donde ya había una ambulancia, entre las voces de las personas murmuraban las palabras "rubio", "hirieron", "sangre".

— No, que no sea lo que estoy pensando. — se dijo Chrollo así mismo apresurando el paso, cruzando la línea de distancia con cinta policíaca.

Antes de la aglomeración de gente, Illumi dejó herido de gravedad a Kurapika usando una sola aguja envenenada, como venganza por haberle quitado la aguja de control a Killua y desintegrarlo de los Zoldyck.

Kurapika vió el rostro de Illumi mientras agonizaba en el suelo. Leorio había intentado enfrentarse en vano, terminando con un golpe muy "suave" de parte del asesino con el que le fracturó un par de costillas.

— Despídete mientras puedas, no vivirá más de una hora. — dijo Illumi al dejar a Leorio con vida para presenciar el sufrimiento del rubio.

Dicho aquello, el asesino se desplazó enseguida fuera del café, dejando a la víctima jadeando de dolor bajo su propia sangre.

— ¡Kurapika! ¡Kurapika! — gritó Leorio desesperadamente sin saber qué hacer — ay, por dios, ¡un médico! ¡necesitamos un doctor! ¡llamen a una ambulancia! ¡se está muriendo! — el dueño del café y la cajera llamaron a emergencias, Leorio en ese momento habría dado lo que fuera por tener la mínima idea de primeros auxilios — Aguanta Kurapika, tú puedes, te lo juro, te juro que si vives me haré doctor, estudiaré medicina, lo prometo, por favor, resiste, te lo suplico... 

— Leorio... gracias... — musitó despacio ofreciéndole una sonrisa mientras intentaba mantener una respiración adecuada — ya entendí todo... así... así debió ser...

Cambiar el destino de mi familia significaba perder a mis amigos.

Recuperar a mis amigos significaba perder mi vida.

Así debió ser mi destino al pedir este deseo.

¿Me arrepiento?

Otra oportunidad [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora