42.- Condición

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Habían hecho un pequeño viaje hasta el reclusorio dirigido por la asociación de cazadores, para retener a los criminales calificados como usuarios nen.

— Alto —. Los detuvo un oficial encargado de los encuentros entre visitantes y prisioneros. — Se permite una sola persona como visita.

Leorio sabía que no era su asunto, dejó que su amigo pasara mientras daba un paso atrás para quedarse recargado en la pared.

— ¿Y ya comió? — preguntó intentando sacarle conversación al desinteresado y frío oficial.

Kurapika caminaba tranquilamente hasta una mesa redonda para dos personas, en una de las sillas de metal estaba sentada una mujer jóven que no sobrepasaba los 30, causándole gran conmoción al rubio que tomó asiento frente a ella.

— Despertaste, pensé que tu deseo sería más fuerte que tu determinación. — emanó con serenidad.

— ¿Porqué usaste tu habilidad en mi? — preguntó Kurapika llendo directo al grano, usando un tono suave, por alguna razón no le parecía una mujer desagradable.

— Te estabas muriendo. — respondió ella dedicándole una sonrisa melancólica. — No, de hecho, ya estabas muerto en vida, necesitabas un sendero de luz, por eso me pareció oportuno. Lamento que mi habilidad fracasara, esperaba que con ello al menos vivieras mejor en tus sueños, si despertaste en tan poco tiempo significa que las cosas no salieron como querías.

— Tienes razón, fué un desastre. — aseguró Kurapika — El tiempo que pasé en coma fué el mismo que usé rehaciendo mi vida y ciertamente no logré mantener mi objetivo, todo se me salió de las manos y al final el resultado fué totalmente diferente.

— Entonces, ¿porqué sonríes? — Se desconcertó la mujer arqueando una ceja.

— No estoy arrepentido de haberlo intentado una segunda vez. — agradeció Kurapika haciendo una pequeña reverencia y levantándose de su lugar. — Voy a retirar los cargos en tu contra y serás libre, con una condición.

Ella, confundida con la expresión tranquila de Kurapika, indagó en una respuesta.

— ¿Y cuál es tu deseo esta vez?

Kurapika no dijo nada, le dedicó una suave sonrisa y confío en que ella comprendería sus intenciones.

La mujer sintió alivio. Y mientras él desaparecía de la sala de visitas, susurró en su asiento.

— Se enamoró de alguien que ya no está vivo en esta realidad.

Otra oportunidad [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora