10 - ¡En tu cara!

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—Entonces, ¿cómo fue tu primer día en tu nuevo cole? —preguntó Mateo por llamada

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—Entonces, ¿cómo fue tu primer día en tu nuevo cole? —preguntó Mateo por llamada.

De fondo se escuchaba el movimiento de telas y envases sobre el piso en alguno de sus nuevos y raros proyectos.

Ignoré su patético intento de chiste y pasé directamente a contarle la mañana que había tenido en la fundación mientras intentaba encestar una caja de cereales del estante usando la punta de mi bota.

Tenía las manos ocupadas porque un cachorro había cargado contra mí y se llevó mi bolso en la boca, rompiendo las tiras. También me había mordido a mí, pero eso era otro cuento.

Un señor se apiadó de mí y dejó la caja en la cesta.

«Gracias», musité, arrastrando la cesta por el piso del supermercado.

—Me fue bien, solo tengo que estar frente a una computadora pensando en cómo atraer a más personas para que adopten en lugar de comprar a sus mascotas. Aparte del hecho de que no sé mucho sobre animales, es genial.

—O sea, haces lo mismo que aquí en casa, encerrada en tu cuarto, pero sobre gatos y loros.

Clavé la mirada en la caja de avena frente a mí, imaginando la cara de mi amigo en ella. En mi mente, le estaba lanzando rayos por los ojos.

—Es diferente. —señalé avanzando por los pasillos. Le escuché bufar. — Porque en esto me pagan.

Me alejé el aparato del oído porque el muy estúpido empezó a burlarse.

—Me voy que tengo que pagar.

—Espera, espera. ¿Me puedes traer magdalenas? Que se me olvidaron cuando fui al mercado. — pude escuchar perfectamente cómo hacía un puchero.

—No. Adiós. —colgué.

Sí le llevaría las magdalenas, pero tenía que creer que no. Solo me estaba cobrando su burla.

Esto es así, quien se burla la paga, pero al final, siempre estamos para acompañar al otro, por muchas metidas de pata que hayamos tenido.

—Bueno, bueno, ¿a quién tenemos por aquí?

Ay, no. Esa voz.

Esa irritante y molesta voz.

Hubo un momento de película. Esos en los que la cámara enfoca al antagonista y todos quedan en silencio. Así me sentía yo.

Tras el mostrador, estaba la personas más intensamente molesta que había conocido en mi vida. Jerry Nuova.

Es que incluso el nombre era insoportable.

—¿Qué tal Jerry? —solté con mi sonrisa más amarga.

El chico me miró con pena. Las luces detrás de él no hacían más que marcar cada gesto burlón y malvado que hacía, aunque así era su cara natural.

Las almas de Halia y MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora