20 - Viaje de carretera

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Me disculpo por el retraso (TODO UN MES, SÍ) pero la vida me trae a rastras

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Me disculpo por el retraso (TODO UN MES, SÍ) pero la vida me trae a rastras. Anyways, espero que disfruten el capítulo. 

Hoy conocen a una señora muy cool, ya verán. 

Ahora sí, empecemos. 

Meter a siete personas dentro de una camioneta de seis asientos no fue la mejor idea que alguno de nosotros haya tenido alguna vez. Ya estábamos saliendo de la ciudad y las carreteras estaban medianamente transitadas, avanzábamos poco a poco.

—¡Me parece una falta de respeto que me haya tocado ir en el maletero! —se quejó Fernando por tercera vez en el viaje. Estaba encajado detrás de la última fila de asientos, echado hacia adelante sobre el respaldo de los asientos en los que estábamos Halia y yo.

—Al final Isa no pudo venir —dije sobre el ruido que llenaba el automóvil, cambiando de tema, lo cual lo molestó por dos razones: seguía debatiendo que si se encogía un poco cabría en medio de dos personas, y porque había mencionado a Isa.

—Tenía que trabajar toda la semana en el café de sus padres —comentó Abril desde el asiento de adelante, pasándole un pequeño espejo a Tania que estaba sentada a su lado y parecía estar muy pendiente de cada movimiento que hacía la chica a su lado. Abril terminaba de hacerse el delineado y eso me parecía un súper poder porque yo no podía hacerlo bien a la primera ni siquiera en una superficie inmóvil.

Fer siguió quejándose de que porque fuera el más delgado no significaba que tuviera que quedarse ahí atrás, que podrían turnarse. Mateo iba cambiando las canciones y Dan le decía cada vez con menos amabilidad que no moviera los CD's que tenía ordenados sobre la radio. Halia había recostado la cabeza en mis piernas y se había acomodado para caber en el poco espacio entre el asiento y la puerta.

Parecíamos una van de hippies. Por alguna razón todos decidimos traer playlist y Mateo se la pasaba gritando sobre la música cuál era la siguiente playlist para cambiarla. Así estuvimos una hora entera en el camino, con la carretera parcialmente despejada y las ventanas abiertas dejando entrar la brisa arrebatando con fuerza lo que estuviera a su paso, que en nuestro caso era el cabello y los lentes de sol.

—Pon la mía —gritó Dan sobre una canción de pop-punk noventera, y le pasó su celular a Mateo. Pronto todo el auto se llenó con la grave voz de Chayanne. Mateo bajó los hombros y reposó la cabeza sobre el salpicadero, arrepentido de haber hecho el cambio.

—¿De nuevo, en serio? ¿No tienes algo más que no sea... esto?

—En este vehículo no se aceptan anti-chayanneros.

—Dan, eres todo un papá. Mírate como vas sentado, estás sentado como un papá de cuarenta años —en cuanto Halia dijo eso, él le subió el volumen a la música para opacar los quejidos de Mateo y las palabras de ella. Intenté no reírme de cómo empezaba parecerse más a un señor malhumorado.

Las almas de Halia y MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora