23 - Ficción y realidad

690 79 10
                                    


—Este es un lugar sobre el que podría escribir —señalé saliendo del río, con las gotas de agua deslizándose por la piel de mis mejillas.

Halia, recostada sobre sus codos, sonrió al verme sacudir el cabello en el aire como un cachorro mojado.

—Imaginaba que dirías algo así en algún momento.

—¿Soy tan predecible? —bromeé, ocupando el espacio que sobraba a su lado sobre una gran roca a la orilla del río, como la de nuestro primer encuentro en el parque secreto. No podía dejar escapar los claros paralelismos que tenía enfrente, era como intentar ignorar las luciérnagas en la oscuridad, por mucho que lo intentes, la luz te sigue atrayendo.

—Nunca dije que lo fueras —recalcó, como si la idea fuera un tanto absurda. Me alcanzó una toalla de coloridas rayas para que me secara como ella lo estaba haciendo y me miró de refilón —. Pero ya reconozco tus formas de pensar.

Una gota se deslizó por su mentón mientras hablaba, que dijera eso, con tanta confianza, reavivó mi sensación de comodidad con ella. Me enrollé en la toalla y me le quedé viendo un largo rato, mientras exprimía su cabello. Me encantaba verla, transmitía casi la misma energía que el sol.

—Pareces un burrito —apuntó de repente.

—Wow, ese es el mejor cumplido que me han hecho —reí.

—Siempre es un gusto —respondió, sonriendo.

Más allá, a unos metros, encontramos a Mateo en su estado natural, haciendo un espectáculo. El resto lo veían con una cara de "se va a matar, está loco" y "si sale bien, será un gran video"; se colgó de una cuerda atada a una rama de un árbol, aunque debía llevar más tiempo ahí del que debía para ser seguro, puso cara de loco, tomó impulsó y se lanzó al agua, atrayendo el grito de todoslos que estábamos a la orilla del río, primero porque todos creímos que moriría como un idiota, pero después, porque nos terminó por salpicar a todos de pies a cabeza. Luego, salió del agua con una cara de júbilo, mientras todos lo veíamos, alineados con cara de irritación. No le importó mucho esa parte.

—¿Lo tienen en video? —corrió hacia Tania, que sostenía su teléfono, mientras lo miraba con una cara de "ni se te ocurra dar un paso más", mientras se le escurría el agua por el cabello.

—Tienes mucha suerte que mi teléfono sea a prueba de agua —dijo con los dientes apretados y con cara de querer estrangularlo.

Poco a poco, el río fluyendo tomó la palabra; la música se mezcló con el sonido de la fogata a medida que el atardecer iba llegando; el tumulto de conversaciones, Dan peleando con Mateo por arruinar su casi perfecta foto del cielo; los sonidos de la naturaleza y el entorno era lo que mis oídos captaban, una mezcla de todo y nada al mismo tiempo, estaba en una especie de burbuja mientras las nubes se movían en el cielo, construyendo una forma y luego rompiéndola, adaptándose y cambiando, una y otra vez, así por siempre.

—Entonces...

Estaba recibiendo el calor de la fogata, mirando un rato el cielo, cuando Fernando apareció como un gato, sigiloso, y ocupó el tronco frente al mío.

Tomé un sorbo a la limonada que había preparado antes, y esperé a que empezara a hablar. Ya me imaginaba de qué se trataba, había visto sus miradas toda la mañana. Por alguna razón, él había visto en mí un confidente y me alegraba eso, que viera en mí alguien con quien compartir su inquietud, solo estaba esperando que él iniciara con la conversación, tampoco quería parecer una entrometida.

—¿Qué tal, Fer? —saludé, haciéndome la tonta que no sabía nada— ¿Quieres limonada?

Estiró las piernas y se tocó los tobillos, y de pronto estaba con la cabeza enterrada en sus brazos sobre sus rodillas, con la camiseta de cuadros arrastrando en la tierra.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 29, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Las almas de Halia y MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora