¿Escuela militar?

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Lo que no le he contado a Robin, porque no lo he visto relevante es, la llamada de Zelena.

-¡Regina, querida! Ya me dijeron las niñas. ¡Felicidades por el bebé! Te lo digo de verdad.

-Gracias, Zelena.- le respondo de manera educada lo que le he contestado a todos los que han llamado para felicitarnos hasta ahora. Incluso lo hago con el tono mas amigable y cortés que me sale si sacamos que ha interrumpido la hora de almuerzo de una mujer embarazada.

-Las niñas no han dejado de hablar de su futuro hermano.

-Me alegra que estén entusiasmadas.- contesto con gusto.

-Si...- se extiende un silencio entre las dos. Dos minutos de incomodo silencio al teléfono que me sirven para intuir que está a punto de dispararme una bomba ya que he llegado a conocerla bastante bien. Y cierro los ojos, esperando lo que sea que me viene encima. –mira Regina, querida.- odio que me llamen querida, odio que me llamen querida, odio que me llamen querida. -No solo te llamo para felicitarte, también lo hago para aclarar algunas cosas que pueden llegar a afectarme con ésta nueva noticia- alzo una ceja agradecida de que no pueda ver mi expresión ¿Qué podría afectarle a ella mi embarazo? –Y se que estás pensando en ¿que puede afectarme a mi tú embarazo?- ¿ahora es bruja?. –Pero si que lo hace...

-Zelena podrías ir al grano, por favor. Estoy en mi hora de comer.

-No te molestes querida, que solo será un minuto. Ademas cuando seas madre me entenderás. Ahora, voy al grano como me pides y es que con la llegada del bebé es evidente que tendrán más gastos. -mi ceja se alza un poco mas -Tú y yo sabemos que mi ex no es pobre pero tampoco es millonario y no sé cuánto ganas tú con tu trabajo de publicista. Lo que quiero dejar en claro es que mis hijas no van a cambiar de colegio ni van a dejar de recibir su pensión mensual porque viene un nuevo bebé o porque ustedes no se sepan administrar. ¿Si me explico?

-Zelena, yo creo que esto deberías de hablarlo con Robin. Yo no tengo nada que ver con la pensión ni la educación de las niñas.

-Sí, yo sé que eso no te concierne aunque me he enterado que dices que no te gusta para nada su colegio, que no entiendo porqué, allá tu si quieres enviar a tu hijo a otro colegio mas caro o mas barato pero ese no es asunto mío. Lo que digo es que ahora, que vas a tener un bebé con el padre de mis hijas y te vas a casar con él, porque también me he enterado de eso, vas a ser partícipe de todos los movimientos que haga y entre ellos tienen que quedarse mis hijas, en el colegio donde están y su padre pagándolo como ha hecho siempre. ¿Me sigues?

Debería haber colgado. Lo que pasa es que es la madre de Emma y Belle y, además, reconozco que me enternece la preocupación de ésta mujer por sus hijas. Así que la dejo hablar y practico lo que una amiga denomina la táctica del espejo que consiste en repetir su última palabra, para que crea que la sigo, o que le doy la razón.

-Te sigo, sí.

-Qué bueno que me entiendes, y sé que me vas a entender mucho mejor cuando seas madre, porque yo sólo pienso en mis hijas. Y ése es el problema, que tú sólo vas a pensar en tu hijo y a lo mejor no coinciden nuestros intereses.- ¿se le puede gritar un por que no te callas a la madre de las hijas del padre de tu hijo? Creo que no, y ademas el trabalenguas que es la frase me baja un poquito el enojo –Ahora, me tengo que ir que me esperan para comer. Cuídate, querida.- y cuelga, dejándome con un mal sabor de boca, con mi almuerzo frío en la mesa, porque se me ha ido el apetito y con la inquietud en el cuerpo ¿a qué colegio va a ir mi hijo?

-¡Regina!- es la voz de Belle desde su cama. Luego de haberle dado las buenas noches y que creía sería mi hora para descansar y relajarme junto a mi prometido y disfrutar de un momentito a solas -¡Regina!- vuelve a llamar cuando estoy abriendo la puerta.

-¿Que pasa?- entro, enciendo la luz. Las dos me miran.

-Se me pasó preguntarte en la cena. Mamá me dijo que el bebé no va a ir a nuestro colegio. ¿Por qué? ¿Te parece malo?- Emma no dice nada. Me está midiendo y no puedo dejar de pensar en que es una táctica de su madre que me manda a sus hijas bien armadas y entonces yo termino con dos francotiradoras a mis espaldas. Dos francotiradoras en mi propia casa.

-¿cómo me va a parecer malo? Si las educan como princesas...-digo ganando tiempo mientras me acuerdo de todos los antepasados de la madre de las dueñas de esos pares de ojos que me miran. Me pongo a pensar en si Zelena tendrá la mas mínima idea de que Robin detesta el colegio de las niñas, bueno, no tanto el colegio sino a los padres de los niños que van a dicho colegio. Y si me pongo a pensar más a fondo... no, no quiero que mi hijo se eduque en un ambiente así. ¿Por qué? Porque no aguantaría mas madres como miss sonrisas, porque no tendría tanta capacidad de hipocresía para sonreirle a todas durante los años de formación de mi bebé. Porque... Porque me debo ver ridícula pensando en cosas como ésta mientras las niñas no me quitan el ojo. Así que, uso la táctica de ganar tiempo -De todos modos, hasta los cuatro años no va a ir al colegio. Tu estarás en secundaria pensando en chicos de preparatoria e Emma estará en preparatoria pensando en universitarios así que no veo porqué tanta preocupación.

Emma sigue mirándome. Sus ojos me dicen que no la convenzo, que escupa todo lo que me guardo, pero no lo haré. Belle insiste.

-Pero ¿Por qué le dijiste a mamá que nuestro cole no es bueno?

-Su cole es buenísimo, de verdad. Y yo no le dije eso a su madre. Y ya, duérmanse que estoy cansada. Ademas, estoy embarazada de tres meses apenas y si siguen de preguntonas, Rena irá a un colegio militar.- se espantan.

-No puedes.- por fin interviene la mayor -Es hijo de papá. Decide él.

Y supongo que estoy muy cansada ya de todo y de todos, y que ya el sueño que me acompaña desde que sé que Rena está creciendo dentro de mi está haciéndome ser poco tolerable porque me planto.

-¡Robin!- Hasta a mí se me hace raro escucharme en tono impaciente -Ven, hazme el favor.- mi prometido llega corriendo, con la espuma de afeitar en la mitad su rostro, una toalla enroscada en la cintura y el cabello mojado.

-¿Que sucede?

-Pues que quiero dejar algo claro desde hoy y delante de tus hijas.- asiente con lentitud mirándonos a cada una.

-Escucho...

-Tú ya has tenido dos niñas y las has educado como tú haz querido. Yo sólo voy a tener éste bebé, así que decido yo hasta que él sea mayor y no quiera saber nada más de mi, su colegio, sus modales, su corte de pelo y si tiene un hamster o no. Escucho tu opinión pero tengo la última palabra.

-Ok- Asiente en concordancia inmediatamente. No sé si es porque ya está cansado de escucharnos discutir por tonterías o de que el tema colegio es un tema que no le gusta para nada. Sonríe hacia sus hijas y se acerca a darme un beso llenándome de espuma la nariz y la barbilla mientras estoy sorprendida. No me esperaba una victoria tan fácil. Una vez se regresa al baño me vuelvo hacia las impactadas niñas.

-Ya oyeron. De momento no hay colegio, pero cuando lo haya, mando yo.- no dicen nada. Están shokeadas, no sé si por mi firmeza o por la falta de oposición de su complaciente padre y me río por dentro, victoriosa. Igual hasta les he enseñado algo sobre el poder de las mujeres sobre los hombres.

Y, ahora, a internet a investigar sobre educación.

La novia de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora