¿Por qué te vas?

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Al parecer mi madre lleva meses llamando a casa casi todas las tardes. Y digo "casi" porque los días que Emma y Belle duermen con Zelena no llama. Quiero decir que mi madre lleva meses llamando a casa para hablar con las niñas. Y estoy intentando asumirlo porque me acabo de enterar.

Unos besos en los parpados, frente y nariz me despiertan esa tarde y gimo perezosamente escapando de ellos porque sigo teniendo sueño. He llegado temprano del trabajo hoy, he besado frentes, he dejado viendo películas a las niñas y caído en la inconsciencia al tocar la cama.

-Despierta dormilona, es hora de cenar.- abro los ojos y miro con el ceño fruncido a mi prometido hasta que mis ojos se acostumbran a la luz encendida de la habitación. -Si duermes más pasarás toda la noche despierta.- gimo y hundo la cabeza en la almohada para volver a mi sueño. Lo escucho reírse, gatear en la cama y siento como levanta mi camisa dejando al descubierto mi abdomen. -Rena, se que tienes sueño pero mami necesita comer.- le habla a mi vientre y eso me hace sonreír a pesar de mi pereza. -Papá ha preparado un risotto que será tu plato favorito, ya veras.- sonrío mas ampliamente y disfruto de la visión de él besándome el vientre y mirándolo con adoración y anhelo. Escucho la risa de las niñas desde la sala -Es tu madre.- informa al quedarme escuchando las risas.

-¿Por qué no me despertaste para hablar con ella?

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-¿Por qué no me despertaste para hablar con ella?

-Porque no preguntó por ti, mi amor. Tiene media hora hablando con las niñas. No se que tanto se secretean- dice y eso despierta mi curiosidad. Le da otro beso a mi vientre antes de levantarse y tenderme la mano. Emma está tumbada en el sillón con la cabeza colgando sosteniendo el teléfono en su oreja con Belle pegada a ella para escuchar y se ríen de algo que ha dicho mi madre. Robin anuncia que servirá la cena pero ellas lo ignoran deliberadamente.

-Mi turno.

Reginaaaa!- chilla Emma cuando le arrebato el aparato.

-Es mi mamá, vayan a lavarse las manos para comer.- me planto sosteniendo el móvil lejos de su alcance y tapando la bocina.

-Pero...- replican.

-Las manos.- apunto el baño, gruñen, me miran mal y luego se rinden, arrastrando los pies hacia el baño -¿Mamá?

-¿Regina?

-Si, soy yo, tu hija.- mi tono de "por si no lo recordabas" la hace resoplar.

-Hola, mi vida ¿cómo estás?

-Bien, aunque extrañada ya que llamas y no preguntas por mi.

-Cariño, claro que lo hice. Las niñas me dijeron que estabas dormida. Te paso lo mismo que a mi cuando estaba embarazada de ti. Pasaba todo el día durmiendo.

-¿Qué tanto hablabas con las niñas, mamá?- ignoro deliberadamente su comentario dispuesta a indagar más.

-De cualquier cosa, Regina. Ayer hablamos de la cuna del bebé

La novia de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora