¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿A donde voy?

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La palabra vacaciones siempre es un alivio bienvenido para todo el mundo. Cero trabajo, ni responsabilidades, ni ocupaciones, ni tareas, deberes o tener que madrugar. Pero, porque ya saben que en mi vida siempre tiene que haber uno, Nadie te dice que cuando vives con niños esa palabra cambia de significado. Si, pasa de ser "diversión y relax" a ser algo así como un... "Trabajo de verano".

Empujar carpas, botas de montaña en la maleta del auto, preparar maletas, antojos de camino, aguantar pataletas porque no quieren usar ese abrigo sino el que ya no les queda, empacar toda clase de ropa "por si" o sea por cualquier emergencia bien sea un helado derramado, vomito, o las lágrimas secas en la camisa. En fin, todo un trabajo que por mi cuenta decido ahorrarme la primera semana de vacaciones.

Después de lo del otro día, de esos celos raros de parte de mi novio, lo tengo claro. Él necesita más tiempo a solas con sus hijas. Aunque lo hubiéramos hablado y él hubiera aceptado que soy la nueva, el oso panda y, por tanto, tengo más gracia y disfrutan más haciéndome sudar a mí que a él. En el fondo se que aún le molesta el espacio que la edad, las hormonas y yo le vamos quitando. Él no tiene la culpa de ser padre de dos mujercitas que pronto entran en los grandes retos de la adolescencia como la depilación, el periodo y los chicos.

En fin, no voy a seguir dándole vueltas al asunto cuando la realidad de todo esto es que yo quiero quedarme sola una semana. Así que hago lo imposible para ser imprescindible en el trabajo. Conferencias en las que me apunto pero no asistiré y la edición del final de promo de Coca-Cola el cual debo supervisar sí o sí.

-¡Pero Reginaaaa!- me lloriquea Belle enfurruñada. No le gusta para nada el que no vaya. A Robin tampoco le gusta pero debe aceptarlo y me mira entre resignado y dolido. Les beso la frente a las dos y se suben al auto con las caras largas e incluso tristes.

 Les beso la frente a las dos y se suben al auto con las caras largas e incluso tristes

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-¿Segura que no puedes venir?- me mira en plan lastimero y estoy a punto de subirme al auto de no ser porque me he convencido de que necesito ésta semana para mí. Robin no conoce mi estrategia, no sabe que quiero que pase siete días con ellas y sin mí, que sea él el padre al 100%, que recurran a él para todo, para las risas y el desayuno, para los vómitos y los secretos, para los juegos y los miedos. Si conociera mi estrategia tal vez hubiera herido sus sentimientos ya que no le dices a tu pareja: necesito estar sola, llevo meses tratando de crear una familia. Llevo meses dando explicaciones, consejos, consuelos... Llevo meses recibiendo abrazos, risas, malas contestaciones, celos... Llevo meses sin tiempo para mí. Llevo meses que no sé quién soy.

Y quiero saberlo, necesito saberlo. Quién soy. Qué quiero ahora. Dónde voy si sigo éste camino. Grandes cuestiones filosóficas que quiero preguntarme mientras disfruto de pequeñas delicias cotidianas como desnudarme al llegar a casa, leer toda una mañana, comerme una barra de chocolate, estar sola, estar con mis amigos, ir de compras frívolas y la más importante y que me acompaña a diario, no tener miedo de meter la pata siendo ésta especie de madre que soy... no, no le dices eso a tu hombre.

La novia de PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora