Albus Dumbledore paseaba por los pasillos de Hogwarts; a esas horas de la mañana estaban desiertos, pues todos los alumnos estaban en sus respectivas clases, o eso quería creer él.
Desvió la mirada hacia un rincón, creyendo ver una sombra desaparecer. Gracias a su gran curiosidad, caminó al lugar, pero no había nadie. Miró hacia el suelo y se encontró con una libreta grabada con el emblema de Hogwarts, sin nombre, a un lado de un giratiempo. Ambos lucían algo desgastados, pero aun así los tomó y se dirigió a su despacho con el objetivo de descubrir a quien pertenecían.
*****
—Harry, Hermione, rápido, ya quiero llegar al gran comedor —decía Ron caminando a prisa seguido de sus amigos—; tengo hambre.
—Tú siempre tienes hambre, Ronald —le dijo Hermione, Ron sonrió y la abrazó por la cintura, a lo que Harry lo miró con extrañeza—. ¿Cuál es la prisa?
—Chicos —los llamó la profesora Mcgonagall; estos se volvieron para mirarla, deteniendo su carrea, ella lucía sonriente—, el profesor Dumbledore los necesita en su oficina a los tres.
—Pero es hora del almuerzo —repuso Ron con voz cansada.
—Eso puede esperar, señor Weasley, esto es de suma importancia —su tono volvía a ser serio.
Los tres amigos se miraron entre sí y siguieron a Mcgonagall hasta el despacho del director, quien los recibió con una gran sonrisa, invitándolos a tomar asiento.
—¿Pasa algo malo, profesor? —preguntó preocupada Hermione, pero Dumbledore negó con la cabeza— ¿Entonces?
—Bueno, en realidad es una sorpresa para algunos estudiantes y quería que fueran los primeros en saberlo —respondió. Puso sobre la mesa una libreta—. Aquí lo explica todo, y necesito su ayuda, señorita Granger.
—¿Y nosotros qué hacemos aquí entonces, profesor? —preguntó Harry, extrañado, pues el anciano director solo se dirigía a su amiga.
—Bueno, a ustedes los llamé para que ayuden a la señorita Granger en todo lo que se le ofrezca —explicó Dumbledore, a lo que Harry y Ron asintieron con la cabeza, resignados; aun no comprendían cuál era la supuesta sorpresa, pero sabían que ella lograría descifrarlo.
*****
—¿Crees que haya funcionado, Andrómeda? —preguntó un chico alto y guapo pasando su mano por su verde cabellera, parecía nervioso.
—Claro que sí, Teddy —respondió su compañera, muy segura—. ¿Cuándo no ha funcionado uno de mis planes?
—Me tardaría menos en decirte cuándo han funcionado, Andy —respondió él soltando una pequeña risita, recibió un zape de parte de su hermana de pelo castaño—. Bueno, ya basta, ¿dónde están los demás?
—Arriba —dijo Teddy—. Los llamaré —propuso, para después gritar con sus dos manos alrededor de la boca simulando un altavoz—. ¡Chicos, bajen ya!
Muchas pisadas se escucharon bajando de las escaleras, corriendo como enloquecidos y gritando emocionados, casi empujándose por llegar a la sala. Eran varios chicos y chicas, tal vez demasiados, imposible que todos viviesen en la misma casa.
—¿Funcionó? —preguntó una pelirroja muy contenta, con pecas en la cara y unos bonitos ojos marrones.
—Aún no sabemos, Lily —respondió Andy, negando con la cabeza—, pero estoy segura de que sí funcionará.

ESTÁS LEYENDO
Andrómeda Lupin y la tercera generación
FanficAndrómeda Lupin tenía más secretos de los que podía contar. Hija de Remus y Tonks, no podía quedarse quieta con sus ideas y experimentos. En un afortunado giro del destino, logró traer a sus padres, y otros invitados, del pasado a su presente, ¿per...