14. Tensiones

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Rose Weasley y Scorpius Malfoy caminaban tomados de la mano por los pasillos de Hogwarts, parecería que no tenían ni una sola preocupación en el mundo, pero la cabeza del muchacho de dejaba de dar vueltas.

—No creo que sea una buena idea —le dijo Rose, adivinando sus pensamientos.

—¿No deberíamos hacer todo lo que podamos para ayudar a detener a Voldemort? —preguntó él.

—No si te causará un trauma permanente —respondió ella negando con la cabeza. Se detuvo para mirar a Scorpius a los ojos y poder demostrar su seriedad—, no conociste a tu abuelo, y no necesitas hacerlo ahora solo para ver si suelta la sopa.

—Harry cree que podría funcionar —argumentó él, poniendo sus manos en los hombros de Rose para tranquilizarla.

—¿Y qué dice tu padre?

—No le entusiasma la idea, pero cree que tengo la edad suficiente como para decidir yo solo.

—Harry Potter ganó el Torneo de los Tres Magos a los 14 años— apuntó Rose con una sonrisa, Scorpius le dio un beso en la mejilla, agradecido.

—Sé que no te agrada la idea, pero gracias por apoyarme.

—Siempre, ya lo sabes —respondió ella, dándole un fuerte abrazo—. Ten cuidado, Scorpius.


*****

—¡Timothy Chang! —Andrómeda Lupin había logrado interceptar a Timothy en el patio de Hogwarts.

—¡Andrómeda Lupin! —le gritó él de vuelta. Cuando ella llegó a su lado, le dio un golpe en el brazo— ¡Oye! —se quejó, sobándose por el dolor— ¿Y eso por qué fue?

—¿Me llevas cargando a la enfermería y después te la pasas evitándome? —espetó ella, cruzándose de brazos.

—Quería darte tu espacio —explicó él encogiéndose de hombros, Andrómeda frunció el ceño y volvió a golpearlo—. Maldita sea, Andy, ya basta.

—Qué —golpe— te —golpe— pasa —golpe—, Chang —le dio un último golpe. Timothy comenzó a reír, deteniendo el brazo de Andy para que no pudiese golpearlo de nuevo—. Deja de reírte.

—Lo siento, es que eres muy graciosa —dijo él, riendo de nuevo, Andrómeda no pudo evitar reírse con él. Ambos se abrazaron—. De verdad quería darte tu espacio, Andy, por eso le dije a Lysander lo que pasó.

—Que estaba en la enfermería, lo sé, me lo dijo —asintió ella.

—Sí, además eso —Andrómeda lo miró confundida—. Le expliqué lo que pasó la pasada luna llena en el patio, ya sabes, cuando, emmm... —se rascó la cabeza con indecisión.

—Claro, eso —dijo ella, tomándose las manos por detrás de la espalda y balanceándose sobre sus talones—. No tenemos que hablar de eso si no quieres.

—Podemos hacerlo... si quieres —respondió él, mirando hacia otro lado. Sus ojos se encontraron y ambos rieron, avergonzados.

—Te extrañé, Timothy —dijo ella con una sonrisa—. ¿Crees que podamos solo... olvidarlo y seguir siendo amigos?

—Me encantaría —respondió él, volviéndola a abrazar—. Y ya que quitamos eso del camino, puedes decirme qué pasó en el lago.

—He estado intentando recordar, pero me quedo en blanco —la muchacha negó con la cabeza, frustrada, no entendía por qué se le había borrado la memoria sobre lo que había ocurrido, pero tampoco le preocupaba demasiado, tenía cosas más grandes en las qué pensar.

Andrómeda Lupin y la tercera generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora