Andrómeda Lupin y la tercera generación

5. El segundo secreto

—Vamos a llegar tarde —Andrómeda escuchó que alguien gritaba, pero no tenía ni fuerzas ni ganas de levantarse, después de la pelea que había tenido la noche anterior— ¡Despierta! —su compañera la agitó ligeramente, pero ella se giró para darle la espalda y cubrirse la cara con las mantas.

—Sonorus —susurró otra chica y acto seguido exclamó—: ¡Andrómeda Nymphadora Lupin levántate ahora mismo!... quietus.

Un grito ensordecedor recorrió la habitación mientras Andy caía de la cama.

—¿Qué te ocurre, Destiny? —preguntó adaptándose a la luz del cuarto.

—Es que no despertabas y me preocupé —respondió la aludida con una voz de falsa inocencia.

—¡Pero qué bueno que te levantaste! —exclamó la chica que había gritado primero, tomó un aire de seriedad y se sentó junto a Andy, que seguía tirada en el suelo— ¿Estás bien?

—Perfectamente —respondió, sabía exactamente a lo que se refería su amiga, Lysander—. Estoy muy bien Sabine, nunca he estado mejor.

—Sí, claro —dijo Destiny con sarcasmo—. Ni tú te lo crees.

—Las peleas con ese muchacho no duran, no te preocupes —la consoló Sabine, pero ella le restó importancia.

—Da igual —comentó la joven Lupin—, no quiero hablar de eso.

—Andrómeda, malos momentos afuera —la animó Destiny—. ¡Hay que ir a clase!

Andy rodó los ojos, y así las tres se levantaron y comenzaron a arreglarse para el primer día de clases en Hogwarts al igual que todos los demás estudiantes, algunos mucho más entusiasmados que otros.

*****

Era bien sabido que Severus Snape, profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, favorecía a los Slytherin, siempre lo había hecho y todas las clases con él eran un martirio para los alumnos que no fueran de la casa de la serpiente. Sin embargo, cuando los alumnos de Gryffindor y Slytherin de último año entraron al aula, se encontraron con otro profesor que claramente no era Snape.

El nuevo individuo tenía el pelo castaño oscuro y corto, levantó la vista hacia los estudiantes y sus ojos grises pasaron y examinaron todas las caras confusas que lo miraban.

—Siéntense, por favor —pidió con voz amable; los alumnos obedecieron caminando lentamente y sin alejar los ojos del extraño—. Su profesor regular tuvo un contratiempo y no pudo venir a darles clase hoy.

—No, en serio —dijo con sarcasmo Paul Black y sus amigos rieron divertidos—. Ya nos hemos dado cuenta de eso, profesor.

Se aseguró de decirlo con el tono más arrogante e irrespetuoso que pudo, o eso le pareció al nuevo profesor, que intento pasar el comentario por alto.

—Mi nombre es Jonathan Montrose, es un placer conocerlos —se presentó el castaño, sacó su varita e hizo una señal para que los alumnos lo imitaran, algunos lo entendieron y otros solo siguieron a los demás.

—Nunca te fíes de esa sonrisa perfecta —le susurró Gideon a Andrómeda y ella rio por lo bajo.

—Gracias por el consejo Gid, lo tendré en cuenta —respondió ella conteniendo una risa que había sido más fuerte de lo que hubiera querido.

—Bien —prosiguió el profesor—, tengo entendido que ustedes son los de último año de... Gryffondir y Slythiren, ¿cierto?

—¡Es Gryffindor, ignorante! —gritó Gideon, a lo que Andy le dio un codazo en el estómago— ¿Qué? Es cierto.