Capítulo 2

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—Venga... Va, cuéntamelo... —La voz de Alicia sonó como la de una niña pequeña, exigente, repitiéndose una vez más.

Raquel suspiró, sintió que desde hacía cuatro días vivía en un bucle constante. En el día de la marmota. Y no sólo por que, desde que Alicia había recibido un chivatazo sobre actividad sospechosa en relación con los serbios en las calles de aquel barrio llevasen dos días seguidos paseándose por allí, sino por que su amiga no dejaba de preguntarle por "la experiencia Tinder" "El día de la resurrección con Jesucristo".

—¿De verdad me vas a ignorar?

Raquel siguió su camino acelerando su paso con Alicia pisándole los talones.

—Pues tan mal no tuvo que ir porque cuando te vi al día siguiente tenías cara de bien follada...

Raquel rodó los ojos y se detuvo en seco, tan inesperadamente que Alicia se chocó contra su espalda soltando un taco entredientes.  Miró al otro lado de la calle, donde había una cafetería. Estaba cansada y tenía frío. Necesitaba activarse si quería seguir con aquella investigación clandestina en la que pasar desapercibidas era el punto clave, pero también hacerse varios kilómetros a pie. Subió la cremallera de su chaqueta de cuero, ciñéndose así a su cuerpo y notando cómo su arma no oficial se clavaba contra sus costillas en el lateral.

—Vale, va, si me invitas a un café te cuento qué pasó...  Total, no volverá a pasar.

Alicia agarró su brazo y tiró de ella cruzando la carretera por toda la mitad, sin acercarse al paso de peatones pintado a escasos metros. Antes de llegar al otro lado, el único coche que pasaba por allí en aquel momento, un Audi A3 Sport negro, les pitó para que se apartaran. La pelirroja le enseñó el dedo corazón sin ni siquiera mirar al conductor y siguió su camino dispuesta a invitar a su amiga a un café mientras seguían con el operativo, a cambio de conocer cada detalle de la fantástica noche que, estaba segura, había tenido.

—¿Por qué no vas a repetir?

—Porque... —Raquel suspiró—Fue eso... sólo sexo, fui... Es que yo no soy así Alicia. Iba de guarrona total, por favor, estaba actuando...

—Hombre, tampoco te hace falta actuar mucho...

Raquel golpeó su brazo.

—Y además, ni estuvo tan bien como para repetir...—carraspeó—Y él se largó de allí cuando me metí en la ducha después de follar.

Alicia hizo una mueca. Así eran los encuentros con alguien de Tinder. ¿Qué esperaba su amiga?, ¿Que se quedaran a contarse batallitas en la cama después de hacerlo? Para eso estaban las relaciones y lo último que necesitaba Raquel era algo así. Si había recurrido a una aplicación haciéndole caso a ella por una vez en su vida era porque lo único que necesitaba después de todo era desfogarse.

Las dos entraron en la cafetería.

—Bueno, ¿pero me lo cuentas ya o no?—le enseñó la tarjeta de crédito, y sin dejar de mirarla con su expresión de perra maligna, sonrió al escuchar el "cling" del pago de los cafés que estaban a punto de llevarse.


Contempló su reflejo en el enorme cristal que componía, en su mayor parte, una de las paredes del ascensor que se estaba encargando de llevarla al epicentro de la locura que suponía aquella noche. Sin embargo, a pesar de que sus manos intentaban controlar el pequeño temblor que hablaba por ellas, su preocupación acerca de acostarse con un desconocido quedó en un segundo plano al preguntarse si la ropa que llevaba era adecuada para el lugar tan elegante en el que se encontraba.

Aunque solo fuese un hotel más en el que echar un polvo rápido, no podía negar que se sentía un poco pequeña ante tanto lujo, cautivada por si estaba a punto de follarse a algún pez gordo y ni siquiera lo sabía, y confusa con su gabardina gris ceniza, se miró en el espejo varias veces buscando su propia aprobación. Era consciente de que el plato fuerte se encontraba oculto, de ahí su gracia y el famoso factor sorpresa. De haber hecho caso a Alicia, probablemente habría aparecido desnuda bajo la gabardina, solo que eso era demasiado fuerte para ella.

𝐁𝐚𝐝 𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝 | 𝐀𝐔 | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora