CAPÍTULO 32: Papás primerizos.

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Harry está detrás de mí, abrazándome mientras duerme. Afortunadamente las camas de hospital son demasiado pequeñas y puedo estar lo suficientemente pegada a su cuerpo como para sentir el calor y buen olor que emana de él.

No he podido dormir desde que desperté de esa pesadilla, tener cerca a Harry me calma un poco, pero no puedo negar que por dentro el miedo me está matando.

Mi cabeza no deja de traerme recuerdos de la maldita mirada de Dave o de la cara quemada de Camila, y qué decir de la risa loca de Carolina.

Tengo miedo de dormir y volver a verles en mis sueños. Me aterra el hecho de sentirme tan vulnerable de nuevo frente a ellos, de ver el placer con el que me hacían daño. No quiero verlos ni una vez más en la vida, sin embargo, debo hacerlo si es que quiero que se pudran en la cárcel.

Pongo ambas manos encima de la mano de Harry, la cual reposa sobre mi abdomen. Una lagrima se escapa de mi ojo, doy un largo suspiro para no comenzar a sollozar.

No saben cuánto me duele haber puesto mi vida en riesgo. Haber salido de esa manera del hospital y básicamente entregarme a ellos. Si hubiese sabido que estaba embarazada, juro que no lo habría hecho.

Jamás pondría en riesgo a mi bebé y no lo haré. Aún así tenga que meterme debajo de una piedra para que mi bebé esté a salvo, lo haré.

Creo que el instinto de madre se ha despertado en mí.

Madre... hasta ahora caigo en cuenta de que seré madre. Por Dios, ¿yo, como madre?... ni si quiera me se cuidar a mí misma.

Necesitaré toda la ayuda del mundo para poder cuidar a mi pequeña luz. Desde que me dieron los resultados de los análisis, me he preguntado como será.

¿Un niño atractivo como su padre pero con la rebeldía de su madre?

¿Una niña idéntica a su madre pero con la aburrida seriedad de su padre?

Suelto una risilla y Harry se mueve un poco. Me quedo quieta esperando que no se haya despertado y gracias al cielo no lo ha hecho.

Me relajo y cierro los ojos. Intento imaginar su carita, sus manos diminutas y sus pies gorditos. Sus ojos... deben ser cafés como los de Harry y los míos. A menos que salga al abuelo Calvin e inevitablemente los tenga verdes.

¡Dios! No veo la hora de tenerlo o tenerla en mis brazos y ver su primera risilla.

Hablando del bebé... tengo nauseas. ¿Por qué tengo éstas nauseas horribles tan seguido?

- ¿Será porque estás embarazada, genio? - dice mi conciencia.

Hago una arcada y antes de que pueda regañar a mi conciencia, me levanto de inmediato y corro al baño.

Al entrar me inclino frente al inodoro y comienzo a vomitar de forma asquerosa.

- ¿Qué pasa? - pregunta Harry llegando después de que he terminado de vomitar.

- Tengo mucho... - el vomito vuelve a hacerse presente evitando que termine de hablar.

- ¡¿Qué hago?! - cuestiona desesperado y después sale corriendo.

[...]

Unos minutos después ya estoy sentada un uno de los sofás y Harry me impresiona llegando con una enfermera. Ella se ve confundida y agitada.

- ¿Cuál es su malestar señora McBride? - pregunta acercándose a mí.

Tiene mucho desde la última vez que alguien me llamó así y que ella lo haga me dan ganas de reír pero también de llorar. No entiendo, ¿es que ahora soy bipolar?

MATRIMONIO POR CONTRATO 2: Caminos entrelazados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora