La alarma retumba en las cuatro paredes de mi pequeña habitación. Gruño desesperada y tras un intento de apagarla, estirando el brazo hacia mi mesita de noche, maldigo a Olivia por convencerme para dejar el despertador escondido en el armario y así obligarme a levantarme.
Con desgana aparto el pesado edredón de mi cuerpo y procedo a la reflexión de cada mañana: ¿Me merece la pena ir a clase? ¿Porqué no me quedo durmiendo? Si total, solo voy a escuchar a un señor leerme una presentación de PowerPoint... Y cuando el diablillo de mi hombro está a punto de convencerme, mi móvil deja sonar ese maravilloso tono que indica que mi mejor amiga está a punto de pegarme dos gritos a través de la pantalla porque, como siempre, llego tarde.
Me pongo en pie rápidamente mientras descuelgo la llamada y abro mi armario para sacar lo primero que vea.
– Luca, levanta el culo de la cama ya, llevo esperándote abajo diez minutos.
– Estoy ya, dame cinco –Olivia bufa al otro lado de la línea–, no me des nada, ya estoy bajando.
Ignoro que me haya llamado por mi apellido, cosa que odio, cuelgo la llamada y me visto. Pantalones blancos anchos y sudadera gris. Me paro frente al espejo, vuelta de 180 grados; perfecta. Meto lo necesario en el bolso y tras coger una manzana me acerco rápidamente al coche de mi amiga.
– Siempre igual reina a ver si madrugamos más –la interrumpo con un casto beso en la mejilla y esta sonríe satisfecha–, muy bien así mejor.
El día en la universidad avanza como todos, sin ninguna aventura ni situación novedosa que añada algo de adrenalina a mi vida. Me tendría que haber quedado en la cama.
Casi se me olvida, estudio periodismo en Sapienza, una Universidad de Roma. Vine a vivir aquí con mis padres hace casi cinco años. Soy española, pero por trabajo de mi padre tuvimos que mudarnos. Me enamoré tanto de la cuidad y su gente que cuando ellos volvieron a nuestro país natal yo tomé la decisión de quedarme aquí. Es de las mejores cosas que he hecho nunca. Ahora mismo estoy en tercero de carrera, cumplo 20 años en menos de un mes y me aterroriza pensar en en futuro, pero como dice mi madre: "Disfruta de lo que tienes, y sé la mejor en lo tuyo, así triunfarás".
– Tierra llamando a Anna –Matteo mueve su mano frente a mi cara mientras me sonríe con esa ternura tan característica.
– Si si, perdón. ¿Qué decíais?
– Que esta noche salimos. Los tres –. Repite Olivia señalándonos a Matteo y a mi.
– Ya sabéis que yo trabajo, así que mi gozo en un pozo, pero, yo me quedaré sirviendo Whisky a los borrachos de mi barrio mientras vosotros estéis bailando por ahí.
Esta es la película de todos los viernes, mis amigos con ganas de salir como cualquier universitario, y yo aguándoles la fiesta porque o trabajo y sobrevivo, o me voy de fiesta y muero desnutrida bajo un puente. Realmente me encantaría salir y disfrutar con ellos, pero mi horario no me lo permite. Y Roko, mi jefe, ya me ha hecho muchos favores este último mes, así que dudo que pedirle la noche libre para salir con mis amigos le agrade demasiado.
– Por favor habla con Roko y pídele una noche, solo esta –mi mejor amiga hace pucheros mientras junta las manos frente a su pecho suplicándome, de forma muy graciosa, que hable con mi jefe.
– Si, porfa, porfa –la imita Matteo con una voz que hace que se me escape una carcajada.
– Hablaré con el, pero no prometo nada.
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Sin sentimientos
RomanceMi nombre es Anna, Anna Luca. Tengo la vida de una universitaria española normal y corriente, aunque en Roma. Mis días son de lo más monótono , salir con amigos, ir de fiesta, y perder horas en un trabajo mediocre para pagarme la comida. Tengo un...