Abro los ojos con pesadez y me encuentro con la mirada del espectador número ocho. Frunzo el ceño y trato de hacer memoria. Mierda, me he quedado dormida en el reservado de una discoteca encima de un chico al que he conocido hace apenas unas horas.
Me tapo la cara con las manos y gruño pensando en lo patética que puedo llegar a ser a veces. Damiano retira las manos de mi cara y sonríe.
– Buenos días Luca.
Ruedo los ojos y me siento mientras intento peinarme, aunque el pelo no parece estar de mi parte.
– ¿Qué hora es? –pregunto palmeando el sofá en busca de mi móvil.
– Las seis menos cuarto, están a punto de cerrar.
Encuentro mi móvil y al encender la pantalla veo seis llamadas de Olivia, quince de Matteo e incontables Whatsapps de ambos, junto con alguno de mi madre preguntándome que tal la noche.
– Mierda mierda mierda –maldigo levantándome rápidamente del sofá mientras cojo mi chaqueta de cuero.
Le envío un mensaje a Matteo diciéndole que está todo bien y marco el número de Olivia mientras me dirijo hacia la salida de la sala VIP. Mi amiga descuelga enseguida.
– ¡Anna Luca, la madre que te parió! ¿Dónde estás? –grita al otro lado del teléfono.
– Perdón Oli, no me mates. Estoy bien –salgo del local y la brisa fría me despierta de inmediato.
– ¿Dónde? –pregunta con tono serio.
–Sigo en Le Mura, he estado aquí toda la noche.
– ¿Con quién? –su tono preocupado se mezcla con uno pícaro, pero sé que sigue molesta.
– Con el chico de la entrada del bar... el de los tatuajes –cierro los ojos con fuerza esperando el chillido que probablemente emita mi amiga tras escuchar con quién he estado.
Efectivamente, segundos después me toca apartar el móvil de mi oreja para que Olivia no me deje con sordera irreversible antes de tiempo. Rio ante su reacción y vuelvo a acercarme el teléfono.
– Lo primero, ¿quieres que vaya a buscarte? Lo segundo, cuéntamelo todo ya.
– A la primera pregunta, no, tranquila; iré paseando así me despejo. Y a lo segundo, no tengo nada que contarte, me lo encontré, estuvimos hablando un rato –.Sonrío al recordar la conversación que tuvimos Damiano y yo sentados en el bordillo de la acera–. Y al final acabé en el reservado con el. Pero como el alcohol puede conmigo, acabé dormida como un tronco en uno de los sofás.
Muerdo mis uñas con nerviosismo tras escuchar a mi mejor amiga suspirar.
– Tu eres tonta. Te quedas a solas con un buenorro en el reservado de una discoteca ¡¿y te duermes?! –suelto una carcajada al escuchar su frustración–. Tengo que enseñarte a llevar estas situaciones, dejas escapar demasiadas oportunidades.
Tras varios minutos de conversación en los que Olivia se dedica a reprocharme que no haya hecho nada con el espectador número ocho, la dejo que se vaya a dormir y cuelgo la llamada.
Saco un cigarro y busco el mechero en mi bolso. Lo he perdido, nada nuevo. Resoplo frustrada y busco con la mirada a alguien que pueda darme fuego, pero estoy sola. Cuando estoy a punto de rendirme e irme a mi casa el espectador número ocho aparece frente extendiéndome un mechero.
Lo cojo y una vez encendido le doy las gracias. Damiano saca otro cigarro y se coloca a mi lado.
– Yo me voy a ir ya a casa, estoy cansada y mañana trabajo –me giro para mirarle.
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Sin sentimientos
RomanceMi nombre es Anna, Anna Luca. Tengo la vida de una universitaria española normal y corriente, aunque en Roma. Mis días son de lo más monótono , salir con amigos, ir de fiesta, y perder horas en un trabajo mediocre para pagarme la comida. Tengo un...