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19 de Octubre, 1996. Seúl, Corea del Sur.

Jeon Jungkook.

Hoy, puede ser un buen día, en realidad no puedo esperar más de algo que es simplemente monótono, despierto y lo único que veo son todas las fotografías que adornan mi habitación, paisajes, casas, flores y por supuesto el cielo, ese que se roba la atención de la más mínima partícula de este globo terráqueo, las nubes lo adornan tan bien, siempre me he preguntado si, el amor puede ser como el cielo con las nubes, aparecerá en un abrir y cerrar de ojos.

El despertador hizo su trabajo, sonar como loco hasta que yo decida el momento que su locura terminé, totalmente esto es absurdo, me levanté de la cama poniéndome esas cosas a las que llamamos pantuflas, nombres extraños que se le dan a cada tipo de zapatos que usamos, deberíamos dejar de usar palabras diferentes, quiero decir, a fin de cuentas todos terminamos por llamarlos "zapatos" ¿O no?

— JungKook, ¿ya estás listo? — la misma voz masculina de todos los días, había venido a supervisar —

— Ya casi papá, puedo irme caminando — respondí, buscando mi atuendo —

— Dije que te llevaría, así que apresúrate, recuerda vestirte bien, hoy pasaremos por Shin Hye.

— Bien — bufé —

Siendo honesto, no me molesta pasar por mi amiga pero no la veo como mi padre cree que lo hago, desde este momento les diré porque, aunque creo que ya deben imaginarlo, así es, soy un joven homosexual, fin del dato curioso.

¿Lo saben mis padres? Que va, aunque la perspectiva de la orientación sexual vaya "cambiando" es difícil llegar y decir: "Madre, padre, me gustan los chicos".

Y después quedarte a esperar la respuesta, ya sean palabras de apoyo, reclamos acompañados algunas veces de golpes, o simplemente un rechazo total.

Salí de mi linda cueva (como suele llamarla mi papá), baje las veinte escaleras que hacen la diferencia entre la planta baja y el primer al igual que único piso de esta casa.

Podía percibirse un olor a mantequilla, café y leche con chocolate, desde la sala hasta la entrada de la cocina, ahí estaba ese hombre alto, vestido con una camisa verde, pantalones beige, añadiéndole un delantal negro.

— Veo que tardaste menos que ayer hijo — me sonrió, sirviendo un poco de café en aquella taza —

— Tal parece que voy mejorando —tome asiento en la pequeña mesa redonda del centro —

No hay comedor o al menos para mí no existe, muy pocas veces es utilizado por las tres personas que habitan esta casa.

— ¿Fue tu turno hoy? — cuestione, mientras ponía un par de Hot Cakes en mi plato —

— Así es, tu madre entro a trabajar temprano en el centro comercial — limpió los bordes de sus labios —

— Ya veo, eso es genial, no me toca la limpieza de la casa hoy — reí ligeramente, aunque parezca gracioso, para mí es, fantástico —

— Termina el desayuno, que ni tú ni yo queremos llegar tarde, futuro director de cine — alzó ambas cejas, regalandome una pequeña carcajada —

[ · · · ]

El auto de mi papá, es bastante espacioso como para incluir a cinco personas más, pero, sólo lo llenamos tres.

Justo ahora veo el bonito pasto que adorna el alrededor de la casa de Shin Hye, con una fachada de color blanco y un contorno grisáceo.

The art of love - Jikook -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora