C a p í t u l o | 7

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El viernes Mary nos invitó a mi y a Lily al Black en celebración de un nuevo proyecto que le habían asignado en la oficina. Decidí invitar a Braeden con nosotras, y debí saber que esa invitación iba a generar preguntas de parte de mis amigas.

De camino al lugar pude sentir sobre mi los ojos curiosos de Mary en el retrovisor. Podía escuchar los engranajes de su cabeza trabajando, maquilando la pregunta que haría entorno a Braeden y la relación que manejábamos. Obviamente Lily ya le había comentado del "hombre hermoso" que conoció en el café, cuyo nombre era Braeden y que dije que lo conocía de la universidad. Sabía que la curiosidad de Lily no aguantaría mucho más. Me había dado mi tiempo para no hablar, pero estaba llegando al límite.

—Y... entonces tenemos un nuevo acompañante hoy —dijo Mary, como que no quiere la cosa, pero yo sabía lo que ese tono en su voz significaba.

Me tardé un momento en responder, quizá esperando que dejaran pasar la pregunta. Claro que eso no iba a pasar.

—Sí, Braeden viene —contesté, mirando distraídamente las calles pasar del otro lado de la ventana.

—¿Y es tu amigo? —preguntó Lily, mirando de reojo a la parte de atrás desde su asiento. Temí por su cuello en ese momento.

—No.

—¿No? —dijo Mary, confusa y curiosa a la vez.

—Somos... colegas —hasta yo dudé de mi respuesta. Eso sonaba ridículo, pero lo cierto es que Braeden y yo no éramos amigos. No conocíamos nada el uno del otro, sólo éramos dos personas ayudándose mutuamente.

—Lily dice que es guapo.

—Lo es —asintió ella con demasiado entusiasmo —¿verdad, Jamie?

Fuera como fuera, había que admitir que Braeden era muy atractivo. Nunca me fijé mucho en él, quiero decir, no detenidamente, pero a simple vista cualquiera podría decir que sin duda era guapo. Ojos claros, alto, cabello rizado, sonrisa simpática... ajá, atractivo, hasta que lo conocías.

—Claro —respondí a secas, aún con mi mente dispersa, sabiendo que cualquier emoción en mi voz podría malinterpretarse.

Por suerte el interrogatorio no duró mucho, y lo agradecí. No quería imaginar lo absurdo que sonaría a sus oídos el acuerdo que tenía con Braeden. Se los iba a contar tarde o temprano, pero por el momento necesitaba reunir valentía para hacerlo. Es que... ¿que tan ridículo iba a sonar que necesitaba su ayuda en mis citas? Ninguna persona cuerda adulta debería necesitar ayuda para eso, era absurdo.

No demoramos mucho en llegar. Oliver, el novio de Lily, ya estaba esperando fuera y no tardó en recibirla entre sus brazos de forma efusiva. Él había salido unos días por trabajo y sabía lo mucho que se habían extrañado, a juzgar por las escapadas de Lily durante sus descansos para hablar con él por teléfono. A Lily le gustaba pretender ser una chica seca en sus emociones, pero con Oliver era como una explosión de color y energía. Esta noche no iban a despegarse el uno del otro.

En mi distracción alguien rozó mi hombro brevemente. Girándome sólo lo suficiente, reconocí a Braeden, vestido de negro, como casi siempre que lo había visto.

—Hola, ¿Llego tarde? —preguntó.

—No. Acabamos de llegar.

Mary desvió su atención a nosotros y no perdió tiempo en saludar a Braeden efusivamente. Le lancé una mirada de advertencia, pero ella pasó de mi, estaba demasiado ocupada chequeándolo de arriba a abajo. Trágame tierra y escúpeme en el espacio.

—Hola. Tu debes ser Braeden.

Mary tenía su sonrisa intacta en sus labios, la clase de sonrisa que decía: conozco tu plan, mientras pasaba su brazo alrededor de mis hombros y me daba un pequeño pellizco, revolotee los ojos y me contuve de decir nada.

La excepción a la regla © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora