Braeden se tensó un momento, luego puso los ojos en blanco y adoptó una posición relajada con una sonrisa ladeada.—¿Qué haces aquí?— inquirió alzando una ceja mirando a Max de arriba a abajo.
—¿Qué haces tú aquí?
—Pues yo soy su amigo.
—Pues yo soy su...
Me negaba a oírlos discutir.
—¡Alto! ¡Los dos!— grité sorprendiéndolos a ambos.
Veía la expresión de Braeden. Todo labios apretados, piernas separadas y listo para seguir peleando con Max como si fueran niños de 7 años. No había pensado que Max le disgustara hasta ayer cuando pensó que estaba engañándome. Y Max... bueno, él parecía ser recíproco, a juzgar por su ceño fruncido.
— ¿Qué haces aquí?
Max apretó los labios, como si le indignara que le estuviera preguntando eso a él, en lugar de a Braeden.
—Sí, Max ¿qué haces aquí?— Braeden cruzó los brazos sobre el pecho, levantando la barbilla con orgullo.
Estiré mi dedo índice hacia su cara para que cerrara la boca, pero hizo ademán de querer morderme el dedo.
—Braeden danos un segundo —le pedí.
Él no pareció estar a gusto con eso, pero nos dejó a solas no sin antes lanzarle una fría mirada a Max.
—Olvidaste esto en el coche ayer.
Mi coleta para el pelo.
Sonreí pensando en la pobre excusa que eso suponía. No era un artículo importante de primera necesidad sin el que no pudiera vivir, pero lo había usado como su pase para volver a verme esta mañana. Me dio ternura que se tomara el tiempo, pero después de ayer, no estaba segura de si debía confiar en él del todo.
—Gracias, Max.
Escuché el resoplido de Braeden mientras se alejaba hacia el interior.
Llegué a pensar que parecía más ofendido por la situación de lo que yo realmente estaba.Max se quedó parado en silencio en medio del pasillo. Podíamos escuchar a Braeden tarareando desde la cocina. Estaba más que segura que debía estar husmeando nuestra conversación al tiempo que vaciaba mi alacena alegremente, de ahí el tarareo.
—Es temprano— mencionó.
Eso me sonó casi como una acusación, pero lo ignoré.
—¿Y viniste a mi casa solo para devolverme esto?
Max echó una breve mirada al accesorio entre mis dedos asintiendo torpemente. Parado ahí con las mejillas sonrojadas me recordaba a cuando me pasaba por la cafetería. Algo de lo que me había dado cuenta no mucho tiempo atrás es de que, cada vez que me atendía tenía una suave sonrisa sobre los labios, siempre intentaba hacer conversación conmigo y tenía una leve rojez en las mejillas, justo como en este momento. Casi lo encontraba adorable.
—Pues ya me lo devolviste...
La duda cruzó sus ojos, se mordió el labio y luego dijo: —No venía solo por eso.
—¿En serio?
Max rodó los ojos divertido.
—Todavía pido disculpas por el malentendido del otro día.
Escuchamos a Braeden "estornudar" un leve idiota, que Max dejó pasar.
—Está bien, Max.
—No, yo no debí...
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La excepción a la regla ©
ChickLitJamie sonríe a la vida de forma optimista, siempre dispuesta a encontrar el amor, quizá demasiado. Jamie entrega mucho y recibe poco. Jamie está cansada del círculo interminable en el que se encuentra y necesita saber la diferencia entre la excepc...