C a p í t u l o | 9

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Cuando tenía un día pesado en el trabajo, como hoy, me gustaba consentirme un poco más. Últimamente me gustaba mucho ir a una cafetería que estaba a unas cuadras más de mi trabajo, tenían el mejor chocolate caliente que había probado, y ya que el clima de esta tarde me daba la excusa perfecta para ir, me encaminé ahí.

Por suerte el lugar no tenía tanta fila como usualmente. Delante de mi solo había una mujer con su bebé, la caja del otro lado se abrió y comencé a sacar mi billetera distraída.

—Buenas noches. Un chocolate caliente grande, por favor.

—¿Eres Jamie? —preguntó la voz masculina desde el mostrador.

Levanté la mirada de mi bolso mirando al cajero de reojo, quien estaba inclinado sobre la barra, como para asegurarse de no estar equivocado.

—Sí eres. Hola —sonrió él.

Lo miré confusa unos segundos, intentando darle un nombre. Sabía que había visto su cara en algún lado, pero no lograba recordar de donde.

—Lo siento. No debes de recordarme... Soy Max, nos conocimos hace unos meses en el cumpleaños de Oliver.

De inmediato reaccioné, él sonrió más al notarlo. Reí avergonzada. Ahora lo recordaba, él me había ganado en un juego de cartas esa noche. Era la fiesta de cumpleaños de Oliver y me había retado unas horas antes a jugar póker, yo presumí diciendo que era un experta solo porque quería parecer genial y porque había uno de su amigos que me gustaba. Había buscado en internet cómo jugar, luego en la fiesta me había sentido Lindsey Lohan en Juego de gemelas, creí que les ganaría a todos sus amigos y aposté todo mi dinero. Obviamente yo perdí, él ganó.

—Sí, te recuerdo. Perdón, a veces soy lenta.

—Descuida, a todos nos pasa.

—¿Tú trabajas aquí? —dije, señalando el lugar.

Max echó un vistazo a su alrededor y asintió indeciso.

—Bueno... sí, algo así.

—No te había visto.

—¿Vienes seguido?

—Tienen el mejor chocolate caliente de la ciudad —dije encogiéndome de hombros.

—Me lo han dicho —sonrió— Entonces... un chocolate caliente, ¿algo más?

—No.

El mostrador se despejó rápidamente, solo quedaba yo en la fila esperando mi pedido. Me di un momento para observarlo, aprovechando que estaba ocupando su atención preparando mi chocolate. No nos habíamos visto tantas veces, de hecho creo que las pocas veces que nos habíamos visto, no habíamos mantenido conversaciones largas, todas se resumían a un saludo y ya. No parecía mucho más alto que yo, tenía el pelo rojizo, unas pocas pecas sobre la nariz y pestañas rizadas. Definitivamente podría sobresalir en una multitud de chicos.

Max me lanzó una sonrisa amable que dejaba ver sus dientes perfectos, mis mejillas se enrojecieron y mi pulso aumentó su frecuencia al haberme encontrado infraganti mirándolo.

—Oliver me ha dicho que hará una reunión sorpresa para Lily por su aniversario —dijo entregándome mi chocolate.

Fruncí el ceño confusa, sin saber de que estaba hablando del todo.

—¿En serio? No me ha dicho nada todavía.

—Sí.

Tardé un momento en procesar el comentario.

—Bueno, será mejor que me lo deje saber —respondí, con mi voz sonando lejana.

—Seguro que sí.

La excepción a la regla © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora