C a p í t u l o | 1

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—Entonces... ¿Qué pasó con ese chico? ¿Zac? —preguntó emocionada y con expresión divertida en los ojos.

—Nada, eso es lo que pasó— estoy segura que Lily notó la decepción en mi voz porque su expresión divertida se apagó como la luz.

—Oh, linda. Seguro que perdió tu número o algo.

Ella tratando de convencerme de que no marcó porque perdió mi contacto es lo más patético que he oído, pero es mi mejor amiga y no quiero responder grosera. Ella no tiene la culpa de que no lo hiciera.

—No, está bien. Lo dejaré pasar, como sea. — Me encogí de hombros,  como si no le tomara interés.

La verdad es que dolió un poco. Conocí a este chico, Zac, en un concierto de un grupo de rock local en un café. Estoy casi segura de que mis ojos soltaron corazones al verlo. Él estaba ahí acompañando a uno de sus amigos y yo estaba ahí acompañando a Lily porque está obsesionada con esa banda.

Así que ahí estábamos los dos, alejados del público y sin hacer nada. Me levanté a pedir una bebida más y justo cuando estaba recibiéndola, él llegó y me sonrió. Me temblaron las piernas y la sonrisa más boba se estampó en mi cara.

—Hola— dije con la voz chillona. Casi cerré los ojos de la vergüenza. ¿Desde cuando mi voz era más aguda?

Él sonrió y unos preciosos hoyuelos aparecieron en sus mejillas. No hay nada más adorable y sexy que un chico guapo con hoyuelos.

—Hola— dijo — ¿Vienes a verlos porque te gustan, porque son guapos o acompañas a alguien?— bromeó.

De inmediato una risa tonta salió de mi garganta. Que irritante versión de mi.

—Acompaño a una de mis amigas. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

—Oh, vengo a verlos porque creo que son muy sexis.

Lo dijo tan serio y despreocupado que me decepcioné un poco y lo único que pude hacer fue decir "ah..." hasta que él comenzó a reír de nuevo y yo lo seguí al comprender que sólo estaba bromeando. Continuamos hablando hasta que los chicos dejaron de tocar y llegó la hora de que Lily y yo nos fuéramos. Antes de despedirme me dio su tarjeta, dijo que podía marcarle o escribirle para que así estuviéramos en contacto y quedáramos para salir algún día.

Estaba tan encantada.

Ilusa.

Así que eso hice, a los pocos minutos de llegar a casa le escribí, diciéndole lo feliz que estaba de haberlo conocido y esperaba que quedáramos pronto para una cita... blah blah blah Gran errror. GRAN. ERROR.

Mi amiga Mary dijo que quizá fui demasiado intensa y lo asusté. Confié más en eso que en la versión de Lily.

Salgo de mis pensamientos cuando el olor de la pizza llega a mi. Lily la pone sobre la pequeña mesa en la pequeña sala de mi pequeño apartamento. Es lo mejor que puedes encontrar cuando vives en Londres y te pagan una miseria.

—Estoy segura que pronto encontrarás a alguien para ti. No te preocupes. —Dijo ella, antes de morder su rebanada.

Cuando el timbre sonó y vi que era un mensajero abrí la puerta. Me entregó un pequeño paquete y me pidió firmarlo. Una vez que éste se fue y cerré la puerta, me apresuré a abrirlo sobre la misma mesa donde descansaba la pizza. No veía nada aún porque estaba lleno de papel reciclado, pero debajo pude ver otra caja. Supe desde ya, que debía ser un regalo de mis padres. Son los únicos que me mandan cosas.

Había una nota rosada entre el papel y la leí.

Querida, Jamie:

Esperamos que ese chico, Zac, sea bueno con nuestra niña y, por supuesto, el bueno.

La excepción a la regla © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora