C a p í t u l o | 4

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De nuevo no podía dormir.

De nuevo lunes otra vez y vuelta a la rutina.

Durante el fin de semana traté de despejar mi mente y pasar un buen rato con mis papás, creo que estuvo bien. Hicimos maratón de películas y comimos chatarra frente a la tv... lo normal.

Mi mente seguía dándole vueltas a las palabras de Braeden. Ah, como me gusta sabotearme.

Mi celular vibró en la mesita de noche y por un momento pensé en ignorarlo. Eran cerca de las tres de la mañana, quienquiera que haya mandado mensaje puede esperar a la mañana. A no ser que sea una emergencia... maldita sea.

De inmediato revisé mi teléfono. El número es de aquí pero es un contacto desconocido.

2:57 a. m.

Hola, soy Braeden.
Lamento molestarte a esta hora.

Tenías razón, sí sabía tu nombre. Estaba molestándote. Perdón por lo que dije en la fiesta... aunque tiene un poco de verdad. No, espera, se supone que estoy disculpándome. Borra lo anterior.

Yo... sólo, perdón.

B.

No pude evitar poner los ojos en blanco. ¿Quién se disculpa así?

Sé que parece infantil no querer hablar, que su comentario sobre no poder mantener a nadie interesado puede parecer algo estúpido, pero ese simple comentario me hizo cuestionarme demasiadas cosas. Entendí ahora que había una razón para que nunca nos dirigiéramos la palabra.

Parecía como si todas mis inseguridades, que creí haber dejado ir por completo, simplemente fueron escondidas bajo la alfombra y ahora toda esa mierda regresaba a mi.

• • •

Al otro día por la tarde mi celular vibró sobre el escritorio. Lily me estaba invitando un café. De inmediato la idea no me pareció mala, había estado sentada frente a mi ordenador toda la mañana y honestamente empezaba a sentir que iba a desmayarme del sueño.

Saliendo me encontré con ella en el vestíbulo del edificio y juntas nos dirigimos a una de nuestras cafeterías favoritas, una que convenientemente nos queda cerca del trabajo. Lily y yo entramos en el café partiéndonos de la risa de un chisme que estaba corriendo por la oficina. Parecía que el mundo me odiaba, porque esperando en la fila para ordenar estaba mi enemigo del momento. Braeden.

Mi cerebro captaba unas palabras aquí y allá de lo que me decía Lily. Me obligué a prestarle más atención mientras esperaba que Braeden siguiese tan concentrado en su teléfono como parecía, pero no tengo tanta suerte como pensaba porque su mirada se posó directamente sobre la mía. La barista que lo atendía le entregó café, él pagó y no perdió tiempo en acercarse a mi e interrumpir la conversación.

—Hola. —Saludó.

Pensé escuchar un atisbo de duda en su voz. Como si no hubiera estado del todo seguro entre si saludarme o fingir que ninguno de los dos reparó en la presencia del otro.

Sin apartar la mirada de él y de forma reticente dije:

—Hola.

—Sí, Hola Hola — saludó Lily, quien ya tenía su mirada de halcón sobre él. Todo él.

Braeden le sonrió sin percatarse, ese tipo de sonrisa que saca a relucir su hoyuelo y lo hace parecer simpático. Já, sí claro.

—Hola, soy Braeden. —Se presentó.

—Ah, un gusto. Yo soy Lily, mejor amiga de Jamie.

—¿Te molesta si te la robo un segundo, Lily?

La excepción a la regla © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora