C a p í t u l o | 11

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Sabía que algo importante estaba a punto de pasar porque estábamos todos reunidos en la casa de Lily, y cuando digo todos, me refiero a Braeden y Luc, quien tenía un yeso en el pie, aunque eso no pareciera importarle.

De forma discreta me incliné hacia Braeden, esperando que me oyera lo suficiente.

—¿Desde cuando eres amigo de Oliver?

Braeden volteó la cabeza en mi dirección, de repente su cara estaba a centímetros de la mía, me quedé inmóvil.

—Desde que lo conocí cuando me presentaste a tus amigas. Hemos intercambiado textos, le caigo bien.

Fruncí la nariz.

—No puedo creer que le caigas bien a alguien.

—Te caigo bien a ti.

—¿Quién te dijo eso?

—¿Quién dijo que éramos amigos? —enarcó las cejas.

Touché.

—Ey, ustedes dos ¿De qué tanto cuchichean, ah? ¿Algo que sea en pareja pero necesiten a alguien más?  —Luc se inclinó sobre el hombro de Braeden y levantó las cejas de arriba a abajo con interés.

—Eres un idiota —Braeden le golpeó el pecho protestando.

Le lancé una mirada a su pie enyesado.

—¿Cómo pasó eso?

Luc puso una mueca, la mirada soñadora me dijo que venía una historia dramática.

—Creo que bebí de más, me levanté en la noche a por un vaso con agua y me resbalé, por suerte tenía mi teléfono conmigo y pude hablarle a Braeden. Mi héroe. —Luc revoloteó las pestañas en su dirección y apoyó la cabeza sobre su hombro. Braeden lo miró enfurruñado.

—Eres un fastidioso.

—Soy tu mejor amigo.

No pude evitar reírme, me sentía como si estuviera escuchándolos fuera de la burbuja. Creo que hasta el momento no había visto a Braeden estar tan relajado al lado de alguien, por lo general tenía una postura y una vibra intimidante, pero alrededor de sus amigos se convertía en otra persona.

—Hola, extraña.

—Max, viniste —Me levanté del asiento para saludarlo.

—¿Cómo estás?

—Bien. Ah, te presento a Braeden y Luc.

Los dos amigos dejaron su discusión de lado unos segundos para saludar a Max y rápidamente volvieron a discutir.

—¿Tú no tendrás idea de lo que planea Oliver, no? —una sonrisa torcida curvó sus labios.

Tenía una ligera idea de por qué estábamos todos aquí, Oliver estaba siendo demasiado obvio. La única teoría era que le propusiera matrimonio a Lily, y debo decir que estaba siendo difícil mantener mi emoción bajo control, siempre había querido ser dama de honor.

Negué con la cabeza.

—No pasaste por tu chocolate el otro día.

—¿Estás pendiente de eso?— bromeé, lo que hizo que un leve rubor se extendiera por sus mejillas.

Max rascó su nuca distraídamente.
—No, solo no te he visto pasar.

—Ya veo.

—Oigan todos— Oliver y Lily llegaron a la sala tomados de las manos y juro que jamás había visto una sonrisa tan brillante en Lily. Toda la habitación quedó en silencio, expectantes. —Lily y yo tenemos un anuncio. Nos iremos de viaje.

La excepción a la regla © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora