Capítulo 14

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El color iba y venía en el rostro de Jennie.

Sabía que el «allí» del que hablaba Lisa no era solo el «allí» de su destino sorpresa; lo que le decía, lo que prometía, era que la llevaría también a las alturas del placer y de la plenitud del deseo.

La cabeza le daba vueltas, el cuerpo le dolía con un anhelo impaciente.

La elección era suya. Lisa le había hecho una propuesta.

Podía negarse.... Podía decirle que necesitaba más tiempo, que necesitaba más información sobre ella a parte claro de la información que ya su hermana le había contado antes de conocerla.

Pero sabía que no iba a hacerlo. Durante la noche había pasado de ser una chica que se sentía nerviosa e incierta sobre si sería lo bastante fuerte para soportar su propia pasión a ser una mujer que sabía sin asomo de duda lo que en realidad quería… y estaba totalmente segura que la deseaba.

Respiró hondo y Jennie preguntó con una voz que temblaba solo levemente:
—¿Qué tengo que llevar para el viaje?

—Muy poco.

Jennie se sonrojó y bajó los ojos.

Lisa se echó a reír. Estaba tan enfrascada en su plan que había olvidado por un momento lo inexperta que era Jennie.

—¡Ah, ya veo! —se burló nuevamente—. ¿Piensas que quiero que lleves solo una cantidad mínima de ropa? —movió la cabeza—. No me refería a eso en absoluto Jennie. Tendría que haberte dicho que solo necesitas llevar algunas cosas básicas y el resto lo compraremos juntas cuando lleguemos a nuestro destino. —Hizo una pausa y prosiguió con suavidad—: Además, cuando te haga el amor, no llevarás «Muy poco», llevarás solo tu piel. Porque lo único que necesitarás para cubrirte serán mis manos, mis caricias, mis besos y mi cuerpo.

Ahora la cara de Jennie estaba más caliente que nunca… y su cuerpo también.

Las imágenes que conjuraban las palabras de Lisa eran tan excitantes y embaucadoras que la hacían sentirse mareada de anhelo.

—Te quedan tres minutos Jennie—le recordó Lisa—. Y no olvides el pasaporte.

—Pero tengo que saber algo —protestó Jennie—. ¿Vamos a un lugar caliente o…..?

—Primero vamos al aeropuerto, y para eso necesitas un abrigo. No estoy dispuesta a decirte nada más pequeña gatita.

Volvió a mirar su reloj.

La realidad de saber lo terrible que sería que se marchara sin ella fue el único ímpetu que necesitó Jennie para ir casi corriendo hasta el dormitorio y empacar su ropa.

Allí permaneció unos segundos inmóvil, demasiado feliz para ser capaz de formular pensamientos coherentes, hasta que recordó el poco tiempo que tenía.

Se recordó que Lisa le había pedido solo «Algunas cosas básicas» y entró en el vestidor, donde metió rápidamente sus artículos de aseo en una maleta y a continuación un par de juegos de ropa interior.

Sacó el pasaporte del cajón de la mesilla y lo metió en el bolso y luego tomó un anorak gris oscuro acolchado que hacía juego con el jersey de cachemira gris y la falda de seda.

Se inclinó a quitarse los zapatos de tacón alto y los metió en una bolsa y después en la maleta. Se puso unas botas de forro abrigado.

—Cuatro minutos —dijo Lisa cuando Jennie salió con la maleta.

—Te has pasado uno —bromeó Lisa— así que tendrás que pagarme una multa.

Miró la boca de Jennie de un modo que indicaba claramente que la multa en la que estaba pensando era un beso.

—¿Tienes el pasaporte? —preguntó.

Lisa tendió la mano con aire de autoridad y Jennie asintió con la cabeza, sacó la identificación del bolso y entregó su pasaporte.

Cuando sus dedos se tocaron, sintió un cosquilleo de excitación sexual por todo el cuerpo.

Y si un contacto tan breve podía tener ese efecto en ella, ¿Qué sentiría cuando de verdad le hiciera el amor?

—Vamos — dijo Lisa con una gran sonrisa.

Le tomó la mano después de guardar el pasaporte en un bolsillo interior del abrigo de cachemira que llevaba antes en la mano y que ahora se había puesto ya encima del traje.

Jennie vaciló un segundo, consciente de pronto del simbolismo que implicaba tomarle la mano a Lisa… del paso gigante que estaría dando al dejar atrás la seguridad de la protección amorosa de su hermana para irse con una mujer que hasta el día anterior había sido una desconocida para ella.

Se recordó que era una desconocida que ahora poseía su corazón.

Una desconocida con la que se sentía más íntimamente unida que a ninguna otra persona que hubiera conocido.

Una desconocida que estaba segura de que era la mujer a la que estaba destinada a entregar su corazón y a sí misma.

Por lo tanto, no era una desconocida sino la chica de sus sueños con ella conocería lo que era el amor de  verdad.

Sabía que, cuando le diera la mano y se diera a sí misma a Lisa, sería todo felicidad para siempre en su vida....

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Gracias por leer lindas personitas✨💖

Designio Fallido (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora