Capítulo 24

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Vestidos de novias por todo lado.

Jennie se esforzaba al máximo por no mirarlos, pero era casi imposible cuando estaba rodeada de ellos, sentada en el salón de una diseñadora y con una serie de modelos desfilando ante ella para mostrarle los trajes.

Por supuesto, había sido Jisoo la que había preparado aquella cita.

A Jennie le importaba un comino lo que llevara en una boda que no deseaba con una mujer que no la quería y no la había querido nunca aunque hubiera fingido otra cosa.

Prefería llevar una tela de saco.

Se le oprimió la garganta al luchar contra la oleada de pena que amenazaba con embargarla.

No se sentía así porque tuviera sentimientos por Lisa.

Lisa ya no no le importaba nada….. menos que nada.

No, era por ver todos aquellos vestidos blancos, con su simbolismo de felicidad y esperanza, tan fuera de contexto en la sociedad moderna con su delicadeza, su falta de pragmatismo, su incapacidad para soportar la realidad de un mundo que las pisotearía.

Como el matrimonio propiamente dicho, al que se entraba lleno de sueños y esperanzas.

Pero no para ella. Su matrimonio no sería así...

Al entrar ella en el salón, salían dos chicas, madre e hija posiblemente, cuyas sonrisas de felicidad le recordaron todo lo que había perdido con la muerte de su madre.

Su madre jamás habría dejado que le ocurriera aquello.

Jennie cerró los ojos y parpadeó con un dolor seco que era demasiado profundo para las lágrimas.

Tendría que elegir algo, por supuesto. No tenía sentido prolongar aquella parodia de lo que debería haber sido elegir su vestido de novia de verdad.

La modelo que tenía delante en aquel momento llevaba un vestido tan hermoso que en otras circunstancias habría llenado su corazón de alegría.

De haber sido una novia de verdad a punto de casarse con la mujer que amaba, ese habría sido el vestido elegido.

La esbelta columna de seda iba cortada y cosida de tal modo que caía con elegancia al suelo después de acariciar delicadamente el cuerpo de la modelo; el cuello y los brazos iban cubiertos con el encaje más delicado que había visto nunca Jennie.

Pequeñas cuentas de perlas cosidas en las costuras de la espalda del vestido formaban una cola con la cantidad justa de brillo.

Era el tipo de vestido de novia que le habría encantado llevar para Lisa de haber sido ella la mujer que ella había creído que era.

La vista del vestido, tan hermoso, que representaba el tipo de amor especial y puro incrementó su dolor.

No podía soportar estar más tiempo allí.

No podía soportar pensar en llevar uno de aquellos hermosos vestidos a la ceremonia desprovista de sentido de un matrimonio que estaría privado de todas las cosas que debería ser un matrimonio.

Le daba igual lo que llevara.

Se levantó con brusquedad y la vendedora se acercó enseguida a ella.

—Tengo que irme —dijo Jennie temblorosa.

—Pero el vestido… No ha elegido nada.

—Elija usted por mí —repuso la Jennie—. Yo no puedo ahora.

—Pero tendrá que probarse el vestido —protestó la vendedora.

Jennie negó con la cabeza.
—No. Elija algo para mí y luego arréglenlo y envíenlo a la suite, por favor.

Tenían sus medidas. La habían medido al llegar.

Lo que menos le apetecía en aquel momento era colocarse delante de un espejo mirando su imagen vestida para una boda que no deseaba.

Todo lo demás estaba ya preparado.

Su compromiso se había anunciado a las pocas horas del trato que hicieran Lisa y Jisoo y faltaban menos de tres semanas para su boda en Septiembre.

Jennie no había tomado parte en ninguno de los planes.

Durante las semanas que habían pasado desde su compromiso se había negado en redondo a tener nada que ver con la boda, dejando que Lisa y Jisoo  las dos chicas a las que ahora consideraba traidoras a ella hicieran lo que quisieran.

Se casarían en una ceremonia civil, seguida de una fiesta lujosa, una traición más en opinión de Jennie.

Se vería obligada a «celebrar» una burla de todo lo que había esperado que fuera su matrimonio en la ciudad que tanto significaba para ella, donde había creído que había encontrado un amor tan perfecto como el que habían tenido sus padres.

Su única ventaja en la humillación y el dolor que se veía forzada a soportar era su trabajo en la fundación.

Cuando había vuelto al despacho a plantear su exigencia, Jisoo no se había mostrado dispuesta a acceder a ella, pero Lisa había intervenido con gesto inexpresiva y voz desprovista de emoción.

—Preferiría que accedieras Jisoo. Es su deber como heredera de su madre y es lo que por derecho le corresponde, la fundación la administrará ella, además eso le dará algo que hacer mientras yo estoy fuera por negocios.

Por un momento, Jennie se había sentido tentada de decir que había cambiado de idea, que Lisa había contaminado ya la fundación al hablar de ese modo, igual que había contaminado lo que ella había creído que era su amor.

Pero la Jennie nueva, fría y pragmática en la que acababan de convertirla se recordó que la fundación sería su vía de escape a una libertad en la que controlaría su vida, así que se había contenido y Jisoo había acabado por ceder y dar su permiso.

Después de pasar la mañana viendo vestidos de novia, lo último que quería Jennie era ir a ver la casa en el exclusivo barrio de la ciudad que había alquilado Lisa para ellas mientras durara su matrimonio.

A ella le daba igual dónde vivieran.

Solo le importaba recuperar su autoestima, y eso no podría ocurrir mientras siguiera casada con Lisa.

Lisa sin embargo, había insistido en que era necesario que diera su aprobación a la casa que había elegido y Jisoo la había apoyado.

!Vaya hermana que tiene!

Antes de darse cuenta de cómo era Lisa en realidad, le habría encantado la idea de vivir con ella en cualquier parte y, por supuesto, también en aquella casa elegante situada en una bonita plaza con un jardín privado.

Jennie subió las escaleras y tocó el timbre colocado en un lado de la puerta lacada en negro.

Para su desmayo, fue Lisa la que abrió la puerta y no la agente inmobiliaria a la que esperaba encontrar.

Retrocedió automáticamente; Se encogió cuando Lisa le tendió la mano y la tomó del brazo para introducirla en el vestíbulo, con sus paredes pintadas de un blanco inmaculado y su escalera de hierro forjado que subía formando una curva elegante.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jennie soltándose—. Aquí no hay nadie que nos vea interpretar esta farsa....

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Gracias por leer ✨

Designio Fallido (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora