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Mi madre accedió a regañadientes a dejarme ir a casa de Ryan y acompañarlo al hospital, siempre y cuando estuviera de vuelta en casa a las once. Llegué a un acuerdo con la hora de vuelta, antes de tener que informarle a cada momento de dónde estaba.

La casa de Ryan estaba a oscuras cuando llegué, pero la luz de su habitación estaba encendida y la puerta de entrada no estaba cerrada con llave.

—¡Ryan! —grité, y empecé a subir la escalera.

No respondió, pero la puerta de la habitación estaba abierta de par en par.

Lo encontré sentado en la cama, mirando la pared. Sin duda me había oído llamarlo y subir por la escalera, pero no hizo el más mínimo intento de reconocer mi presencia. Me senté en la cama, a su lado. Estaba recelosa y preocupada.

—Lo siento mucho —dije— ¿Qué le ha pasado a Pete? ¿Vamos al hospital? Puedo llevarte ahora mismo, si quieres.

—Mi madre lo ha encontrado en su casa. Se suponía que tenía que venir aquí, pero no aparecía y ha decidido ir a ver qué pasaba. La puerta estaba abierta y lo ha encontrado tendido en el suelo del salón. Le habían golpeado en la.cabeza con un bate de críquet, Mackenzie. Con su propio bate de críquet.

—Dios mío. —Cubrí su mano cerrada en un puño con mi mano—. ¿Y sabes algo más?

Hizo un gesto de negación y encogió los hombros con escasa convicción.

—Acabo de enterarme. Mi padre se ha ofrecido a venir a buscarme, pero...

—Pero ¿qué?

—No creo que quieran verme por allí.

—Por supuesto que quieren verte por allí. —Era a mí a quien Pete no quería ver—. Vamos. Tenemos que ir.

Cuando me miró, vi el dolor reflejado en sus ojos.

—¿Por qué has venido?

«Porque me has llamado y porque no logro sacarte de mi cabeza.»

—¿Y por qué viniste tú cuando te llamé?

Frunció el ceño y bajó la vista hacia sus manos.

—Somos amigos, ¿es eso?

Creía que después de acostarnos habíamos superado ya esa fase, pero consideré que no era necesario sacar el tema a relucir en esos momentos.

—Sí, así que ve acostumbrándote. Ponte los zapatos, anda —le ordené—Nos vamos al hospital.

Solo podía ver su cara de perfil, pero su sonrisa petulante era evidente.

—¿Acabas de decirme que me ponga los zapatos como si fuera un niño?

—Bueno, cuando decidas comportarte tal y como te corresponde por edad... —Le di un palmetazo en el brazo—. Vamos, Ryan. Tienes que ir.

—Ese ataque podría haberlo matado. Alguien ha intentado matar a mi tío ¿Sabes dónde están Finn, Noah y Millie?

—¿Qué? —repliqué, riendo con incredulidad—. ¿Crees que ha sido uno de ellos?

—¿Cómo es posible que no se te ocurra que esto está relacionado con el asesinato de Aidan y Hannah?

La verdad es que no lo había pensado. Hann y Aidan habían muerto apuñalados, no como consecuencia de un golpe, como podría haberle pasado a Pete.

—Ahora concentrémonos en lo importante. Arriba, mueve el culo y vamos al coche. Te llevaré al hospital. Tienes que estar con tu familia.

Levantó una ceja y murmuró:

Échame la Culpa [R.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora