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Recibí instrucciones de ir sola si quería conocer la verdad y, por encima de todo, quería conocer la verdad sobre Hannah y Aidan. Dejé el teléfono con manos temblorosas y rompí a llorar al comprender el alcance de todo aquello. Mi amigo era un asesino. Abandoné mi habitación, bajé y salí de casa. Caminando no tardaría mucho. Me planteé la posibilidad de llamar a Ryan, pero no podía correr el riesgo de que sufriera algún daño. Mis piernas me llevaron solas, como en piloto automático, convencida de que estaba viviendo la vida de otra persona.

Vislumbré la casa y respiré hondo. La puerta estaba abierta, así que entré directamente. Los ojos que me miraban eran los mismos ojos marrones que tanto había querido, aunque habían envejecido. Habían perdido su inocencia.

—Finn —dije, sin saber muy bien cómo continuar. En el libro de la amistad, debía de haberme saltado el capítulo que hablaba sobre cómo tratar con un asesino. Finn no se movió del sofá—. ¿Por qué? —musité, avanzando hacia él con inquietud.

—Ya están todos de camino —dijo. Hablaba en un tono monótono que no tenía nada que ver con su voz. Cuanto más me acercaba, más percibía el fuerte olor a coñac que desprendía su aliento.

—¿Cuánto has bebido?

—No lo suficiente.

—¿Les has pedido también a Noah y a Millie que vengan?

«¿Cómo podía estar tan sereno?»

—Y se lo he pedido también a Ryan. Solo quiero explicarlo una vez.

Tendría que explicárselo unas cuantas veces más a Goode. A menos que Finn me estuviera dando a entender que no pensaba entregarse. Durante todo aquel tiempo había permitido que nos interrogaran a todos sin hacer otra cosa que cubrirse las espaldas. Yo jamás podría haberle hecho una cosa así a un ser querido.

—¿Por qué has llamado también a Ryan? No tienes ninguna necesidad de
explicárselo.

Podía explicárselo yo. La idea de que Ryan tuviera que aguantar aquello me provocaba náuseas. Finn lo odiaba y Ryan se pondría furioso, sin duda alguna.

Finn cerró la boca hasta que quedó reducida a una fina línea.

—Lo explicaré cuando estén todos aquí.

—Finn —murmuré.

—No me mires así, Mackenzie.

¿Había matado a mi mejor amiga y esperaba que lo mirara como siempre?

Estaba loco.

—¿Cómo crees que tendría que mirarte?

—No lo sé. Pero no como si me odiases

Casi me echo a reír. Aquello era brillante, aunque no tenía la menor gracia.

—¡Mackenzie! —gritó Ryan, e irrumpió por la puerta como el protagonista de Misión imposible—. ¿Estás bien? —preguntó, examinándome entera con la mirada para asegurarse.

—Estoy bien.

Estaba cualquier cosa menos bien, pero ahora que Ryan estaba allí me sentía más fuerte.

La postura de Ryan se volvió pétrea en cuanto volcó su atención en Finn. Aunque no mantuviera una relación estrecha con Aidan, lo quería como hermano suyo que era. Me dio la impresión de que Ryan deseaba arrancarle la cabeza a Finn

Me situé entre ellos y supliqué con la mirada a Ryan que se calmase. Ni se
movió ni pronunció palabra alguna, pero siguió clavándole a Finn una mirada gélida.

Millie y Finn llegaron juntos minutos después. Se detuvieron justo al cruzar la puerta, blancos como fantasmas. Noah movió la cabeza con un gesto de
preocupación.

Échame la Culpa [R.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora