—Es buena idea, ¿verdad? —le pregunté a Ryan por décima vez.Estábamos dentro del coche, mirando la puerta de la comisaría, y necesitaba su confirmación. Me lanzó una mirada.
—No.
—¿Por qué te muestras tan contrario?
—¡Ya te lo he dicho! Es mala idea; pero, oye, el espectáculo es tuyo.
—¿Espectáculo? —dije entre dientes—. ¡Esto no es ningún juego, Ryan! Y, si lo es, me gustaría que alguien me explicara sus malditas reglas.
—Tranquilízate —dijo Ryan, bajando la voz—. No quería decir eso, ¿vale? Entraré contigo, pero luego que no te pille por sorpresa si todo esto se vuelve en nuestra contra. Lo único que me preocupa es que acabe haciéndonos parecer más sospechosos.
—Ryan —dije. Me acerqué más a él y le cogí la mano—. Estamos en esto juntos. Sé que eres inocente y pronto lo sabrá también el resto del mundo.
Movió los dedos y los entrelazó con los míos.
—Ojalá pudiera compartir tu optimismo.
—Mi optimismo vale para los dos.
Ryan respiró hondo y cogió con fuerza la caja que contenía el material sexual pervertido y horripilante de Aidan. Era como si se sintiera culpable por sacar a la luz el oscuro secreto de su hermano. Existía la posibilidad de que el asesino hubiese sido Hannah o Aidan. Cabía esa posibilidad. Tampoco a mí me apetecía que la gente se enterara de lo que hacían los dos en la cama, sobre todo teniendo en cuenta que era evidente que
Hannah quería mantenerlo en secreto, pero la verdad era que nos estábamos quedando sin alternativas.—¿Listo? —pregunté.
Ryan sonrió, pero fue una sonrisa forzada. Salió del coche y lo seguí. Estaba nerviosísima y me sudaban las manos. «Dios mío, es una de las peores ideas que he tenido en mi vida», me dije. Solo confiaba en que Goode no pensara que estábamos compartiendo con él aquella teoría para esconder nuestra culpabilidad, y muy especialmente la de Ryan. Era probable que lo pensara, pero, por desgracia, ignorar lo que habíamos descubierto era imposible.
Cuando entramos, Goode estaba detrás del mostrador de recepción hablando con un colega y se volteo de repente, como si hubiera intuido nuestra llegada. Se me formó un nudo en el estómago. ¿Cómo podía haberlo percibido? Aquel hombre no era humano.
—¿A qué debo este placer? —dijo Goode, enlazando los dedos por encima de su barriga.
Ryan lo miró entrecerrando los ojos.
—Nos gustaría hablar con usted. Si no es mucha molestia.
—¿Ha venido a confesar, señor Gallagher?
—Queríamos comentarle otra posibilidad —dije, interfiriendo antes de que Ryan mordiera el cebo de aquel comentario estúpido—. Si nos concede un poco
de tiempo.—Por usted haría cualquier cosa, señorita Keaton.
«Estupido engreído y cínico», pensé. Pero sonreí, o intenté al menos esbozar un amago de sonrisa. Lo seguimos hacia la ya conocida sala de interrogatorios.
—¿Cómo es posible que nadie se lo haya cargado todavía? —me dijo Ryan al oído.
Me encogí de hombros. Goode tenía que haber jodido a mucha gente. Me pregunté si gestionaría todas sus investigaciones tal y como estaba gestionando la nuestra. Seguramente no. Mis conocimientos sobre el trabajo de la policía y los detectives se limitaban a lo que había visto en la tele, pero aquel hombre no me parecía profesional. Era demasiado excéntrico y tenía una forma de proceder demasiado enérgica y poco competente.
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Échame la Culpa [R.G]
Mystery / ThrillerT•H•R•I•L•L•E•R •RYAN GALLAGHER• Un fin de semana de juerga en una cabaña remota es justamente lo que Mackenzie necesita. Quiere divertirse a tope con sus amigos, lejos de los padres y las obligaciones. Pero tras una noche loca dos de ellos mueren...