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Estábamos sentados en silencio en la habitación de Ryan. Yo jugueteaba con mis dedos.

—¿Quién piensas que los mató? —preguntó Ryan mirando el techo.

No habíamos dicho palabra desde nuestra llegada, hacía ya veinte minutos. Había necesitado un buen rato para calmarme. Y a pesar de que Ryan no conseguía encontrar palabras para consolarme, no costó nada que sus actos surtieran el mismo efecto.

Me encogí de hombros. Era una pregunta que, por mucho que me la formulara mil veces en una sola hora, para mí tenía siempre la misma respuesta:

«No lo sé».

—No quiero que sea ninguno de ellos.

—Preferirías que fuese yo —dijo Ryan en voz baja, y su mano se quedó quieta sobre mi rodilla, sobre la que había estado trazando círculos desde que nos habíamos sentado.

—No —repliqué. Tendría que haber visto venir que iba a salir por ahí. No me gustaba que se sintiera un extraño con todo el mundo. Para mí, era uno de los nuestros. Ahora formaba parte de nuestro grupo—. Tal vez tendría que preferirlo, pero no.

Se recostó sobre los codos y me miró.

—Por supuesto que lo preferirías.

—No. Te lo digo sinceramente. No quiero que el asesino sea una persona que conozco. Tiene que haber otra explicación.

—Pero no la hay, ¿verdad? Ambos sabemos que Casey estaba muy molesto, pero no fue él.

En el fondo lo sabía, pero no quería reconocerlo en voz alta y convertirlo así en una realidad.

—Al final tendrás que aceptar que el asesino fue uno de tus amigos.

—¿Tú quién crees que es? —pregunté.

Había apuntado a Noah en un par de ocasiones, pero las razones que daba Ryan eran ridículas. A mi entender, sus sospechas tenían más que ver con el hecho de que aquella noche no se habían llevado nada bien.

—No lo sé. —Se estiró en la cama—. Nadie está diciendo gran cosa. Sigo pensando que es Noah, pero no descarto todavía a los otros dos.

«Han dicho muchas cosas, aunque no a ti.» Últimamente me había enterado de cosas de mis amigos que me habían sorprendido increíblemente. Todos tenían un motivo u otro para querer hacer daño a Hannah y Aidan ¿Haría bien contándoselo a Ryan para ver si él era capaz de averiguar algo a partir de lo que yo sabía? Él no tenía una relación íntima con ninguno de ellos y era posible que hubiera algún detalle evidente que a mí se me pasara por alto.

—Ryan —dije, debatiendo aun mentalmente si debería o no decirle algo.

«Mala idea, Mackenzie.»

—¿Qué?

No pude evitarlo.

—Hay cosas de Millie y de Noah que no sabes —dije, y me convertí oficialmente en la mayor zorra del planeta.

Su expresión no se alteró en absoluto.

—¿Qué tipo de cosas?

—Que tenían motivos —dije. El ambiente se cargó tanto que pensé que me iba a asfixiar. Olvidaba constantemente que Ryan no solo estaba allí para ayudarme, sino que además era un sospechoso más y, aparte, era el hermano de Aidan

—Continúa.

¿Por qué habría considerado que era buena idea contárselo? Era evidente que enseguida pensaría que los secretos de mis amigos los convertían en culpables. Sin duda, Ryan quería que alguien pagara por la muerte de Aidan y, aun sin saber nada, ya creía que uno de ellos tenía las manos manchadas de sangre. No solo era una amiga espantosa, sino que además era idiota. Pero ya le había dicho que todos tenían motivos y no podía dar marcha atrás sin que sospechase y pensase lo peor... sobre mí. Lo más probable era que, si no
le explicaba nada, Ryan pensara que estaba tratando de ocultar mis pistas.

Échame la Culpa [R.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora