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Martes, 7 de febrero

—No puedo creer que hayan pasado dieciocho meses —dije, acariciando la lápida Hannah

Hacía justo un año y medio del asesinato de Aidan y Hannah. El tiempo había transcurrido con una lentitud dolorosa, aunque también demasiado rápido. Echaba de menos a Hannah cada día, pero finalmente había aceptado que no volvería a verla nunca más.

Ryan estaba sentado a mi lado, sin saber muy bien qué decir. Aquello no había cambiado. A pesar de que nos habíamos vuelto inseparables, seguía llevando fatal lo de expresar sus sentimientos. Pero aun así era capaz de hacerme sentir única con solo una mirada.

—Lo sé, pequeña —dijo, apretándome la mano.

—He perdido a demasiada gente. —Me voltee hacia él y cogí la mano que tenía posada sobre mi pierna—. Y a ti casi te pierdo también.

La garganta se me cerró de la emoción. Me costaba mucho pensar en aquel día

—No, eso hubiese sido imposible. Finn tiene una puntería de mierda.

Tragué saliva y bajé la vista hacia la hierba. Ryan era capaz de hablar de aquello con humor. Yo aún no había llegado a ese punto.

—Lo siento, no ha sido un comentario muy acertado. Con todo el tiempo que ha pasado tendría que haber mejorado en esto. Lo siento, Mackenzie —dijo, disculpándose.

No pude evitar sonreír. A pesar de que de su boca en ocasiones salían cosas de lo más inconvenientes, siempre conseguía hacerme sonreír. Por muy afligida que me sintiera, bastaba una de aquellas bromas suyas para dibujar una sonrisa en mi cara.

—Eres mejor de lo que te imaginas... a veces —dije.

—Eso lo dices porque te apetece meterme mano.

Esbocé una mueca de desesperación y devolví la atención a mi amiga.

—Tendrías que haber apostado por Ryan desde el principio, Hann

No me cabía la menor duda de que a Hann le habría gustado Ryan cuando lo hubiera conocido un poco mejor. Sabía que se habría sentado en mi cama y habríamos hablado sin parar de lo evidente que era que lo nuestro acabaría pasando.

—Tenía buen gusto —dijo Ryan bromeando.

En aquello sí que no estaba muy de acuerdo con él, pero no me apetecía hablar mal de Aidan

—Dilo —dijo Ryan, sin alterarse—. Lo que estés pensando de Aidan, dilo

Le apreté la mano.

—No. Ya sabes lo que pienso. Y no quiero volver ahí. Ya no.

Aidan ya no estaba. Todo el mundo conocía mi opinión sobre Aidan y no tenía necesidad de seguir reforzándola. Así que lo dejé pasar.

—Siempre tan buena chica —murmuró Ryan

—Ya sabes por qué —musité.

—Lo sé. Pero no comprendo dónde está la diferencia. Si lo piensas, ¿por qué no lo dices?

Ryan era de esas personas que se aferran a sus convicciones, sean cuales sean, mientras que yo creía que después de la muerte de una persona no estaba bien hablar mal de ella, al menos en voz alta.

—Pues porque está muerto. Y no quiero ser de esa gente que anda todo el día jodiéndola y...

Ryan estalló en carcajadas y lo miré, desesperada. Le encantaba cuando soltaba algún taco, porque no sucedía muy a menudo.

Échame la Culpa [R.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora