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Jueves, 25 de agosto

A la mañana siguiente me senté en el salón con mi madre para compartir un té antes de que ella se fuera a trabajar. Ryan y yo habíamos decidido seguir a nuestros amigos, lo cual era oficialmente la cosa más ridícula que había hecho en mi vida.

—¿Estás bien, cariño? —me preguntó mi madre.

Estaba recelosa desde que había vuelto de casa de Ryan por la noche y revoloteaba constantemente a mi alrededor, como si pensara que escondía algo. No es que le quisiera ocultar mi... lo que fuera que tuviera con Ryan, pero una especie de novio con todo lo que estaba pasando me parecía un poco excesivo para mis padres.

—Estoy bien. Lauren sí que estaba destrozada por la muerte de su hermano. Tendrías que haberla visto, mamá. Fue terrible. Y Ryan no sabía qué hacer solo.

—¿Y su padre dónde está?

—Sumergiéndose en el trabajo para afrontar la muerte de Aidan. Por lo visto es su manera de gestionarlo todo. Ryan tiene que hacer de padre de sus padres sin que lo hayan ayudado nunca a cuidar de nadie.

—Te gusta ese chico —dijo mi madre, esbozando una sonrisa empalagosa.

Como mínimo no me decía que era mal momento para esas cosas ni me consideraba una persona horrorosa por el hecho de que me gustase un chico en un momento como aquel. Además, lo de Ryan era mucho más que simplemente gustarme y ya ni siquiera me hacía gracia el comentario.

—Sí.

—¿Y él siente lo mismo?

¿Lo mismo que yo sentía por él? Lo dudaba mucho. Pero era evidente que algún sentimiento hacia mí tenía.

—Creo que sí.

—Por supuesto que sí —replicó ella. Era la respuesta típica de una madre.

—Bueno, ya veremos qué pasa.

—Mientras te trate bien, tienes mi bendición.

Caramba, esperaba que me pusiera más peros, sobre todo teniendo en cuenta el poco tiempo que hacía que conocía a Ryan. La muerte de cuatro amigos en menos de un año, sin embargo, ponía las cosas en perspectiva. Mis padres solo habían tenido que enfrentarse al hecho de que tuviera un novio. Los padres de Sadie, de Tj, de Hannah y de Aidan habían tenido que enfrentarse a la
realidad de no poder verlos nunca más.

—Gracias, mamá. Lo que dices significa mucho para mí.

—¿Me prometes una cosa?

—Claro —dije. Bebí un poco de té.

—Que cuando estén juntos me lo dirás. No quiero secretos.

Se me encogió el corazón y me sentí culpable. Se refería, claro, a cuando nos convirtiéramos oficialmente en pareja.

—Lo haré —repliqué, pero las palabras me ardieron en la garganta cuando las pronuncié.

Mi madre se marchó poco después y creo que nunca me había alegrado tanto de que tuviera que irse a trabajar. No me gustaba mentirle, pero no podía decirle que me había acostado con Ryan. Había cosas que no era necesario que supiera.

A lo largo del día, Ryan y yo nos intercambiamos mensajes sobre nuestra misión para espiar a mis amigos. Me dijo que vendría a recogerme con un coche de alquiler. Lo esperé en la entrada. Me gustaba que, a pesar de la locura en la que estábamos inmersos, fuera aún capaz de emocionarme por un chico. Le daba a mi vida cierto sentido de normalidad.

Oí un claxon y supe que tenía que ser él. Cogí las llaves de casa y salí. Mi excitación se transformó en un instante en incredulidad cuando vi lo que Ryan había alquilado.

Échame la Culpa [R.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora