Capítulo V

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Capítulo V

Milagrosamente, tras el rodillazo que dí a Gabriel dos semanas atrás este me ha dejado en paz. No me molesta, ni me habla, pero eso sí, su mirada de enfado hacia mi, no se la quita.

Por otro lado, Edgar y yo siempre que podemos nos encontramos en cualquier parte para estar juntos. Mi habitación, la suya, a veces incluso en su coche. Otros días me ha invitado a salir de la base a cenar, o a pasear. Cada día nos acercamos más y la verdad, me siento cómoda con él. Me hace sentir bien.

—Bueno, la clase ha acabado, cadetes— anuncia nuestro profesor sacándome de mi mente, ya que la clase era muy aburrida.

—Llevas un par de días muy rara... ¿seguro que te encuentras bien?— me pregunta Bea cojiendo sus cuadernos para salir de nuestra última clase.

—Si, solo estoy un poco distraída— digo restándole importancia a la par que levanto la mirada encontrándome con Edgar mirándome con una sonrisa desde la puerta— Luego nos vemos— digo sonriente antes de ir hacia Edgar, bajo la mirada de mis compañeros.

—Beso, beso— dice Iker divertido haciéndome sonrojar y a Edgar reír, pero el profesor le regaña cuando llego al lado de Edgar.

—¿Has acabado ya?— me pregunta cogiéndome la mano, asiento sonriente haciendo que sonría él también— Ven, sígueme— me pide sin soltarme, le sigo el paso rápidamente adentrándonos en el edificio de clases, llegando a una zona que ya casi nunca se utiliza.

—¿Qué hacemos aquí?— pregunto confundida abrazando mis libros contra mi pecho.

—Es una sorpresa— divertido se para en medio del pasillo que apenas está iluminado por las luces lejanas.— Cierra los ojos— me pide haciendo que sonría cuando veo una luz al otro lado de la puerta. Hago lo que me pide, y me guía hasta la puerta después de abrirla, y de inmediato el olor a velas me inunda haciéndome sonreír

No puede ser más tierno...

—Edgar— murmuro divertida y emocionada.

—Ya puedes abrirlos— dice detrás mía abrazándome por la cintura, los abro y me encuentro con una sala con un par de mantas en el suelo llenas de pétalos de rosas con un oso de peluche el cual sostiene un corazón.

Y al lado un portátil con unas cajas de pelis, donde veo claramente algunas de las películas de Star Wars.

—Edgar...— murmuro asombrada poniendo mis manos sobre las suyas— Muchas gracias— me giro a mirarle y cuando nuestros ojos se encuentran es inevitable no juntar nuestros labios, en un cálido beso.

—Quería hacer algo para tí... Y como este finde no nos dejarán salir, y aquí no hay mucho que hacer, he pensado traer el cine aquí....— me explica acariciándome la mejilla.

—Es perfecto— digo girándome para volver a besarle a la par que le cojo la camiseta atrayéndolo a mí, haciéndole sonreír sobre mis labios.

—Ya está intentando satisfacer sus deseos conmigo, cadete— susurra alzándome con facilidad.

—Podría decir lo mismo de usted, sargento— murmuro antes de morder levemente el labio tentándole.

—Joder, como puedes ser tan jodidamente sexy— dice metiendo sus manos dentro de mi camiseta acariciandome con sus dedos haciendo que mi piel se ponga de gallina por la diferecia de temperatura.

—Lo mismo digo— murmuro bajando de él para poder quitarle la camiseta. Con rapidez ambos nos desnudamos completamente y nos volvemos a pegar el uno al otro besándonos y acariciándonos con deseo.

Pelotón trojanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora