Capítulo XVI

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Capítulo XVI



Oigo el sonido de una foto por lo que me levanto de inmediato tapándome con la sábana asustada.

—Mierda Gabriel— me quejo intentando calmar mi respiración debido al susto que me ha pegado.

—Lo siento, pero ya se que foto mandarle al gilipollas ese— dice divertido haciéndome fruncir el ceño.

—Pense que no te haría ninguna ilusión— murmuro dejándole que se siente a mi lado.

—Bueno, no me la hace, pero está le deja un par de cosas claras— dice mirando la pantalla de mi móvil con una sonrisa ladina, por lo que se lo quito y miro la foto.

Soy yo, tumbada boca abajo durmiendo con la espalda al descubierto y los mechones rojos esparcidos por toda la almohada, dejando mi cuello a la vista al igual que la mitad de mi rostro.

Pero eso es lo de menos, lo que más llaman la atención son las marcas rojas y moradas que tengo en el cuello y en el hombro.

—¡Eso son chupetones!— le recrimino mirando mi hombro.

—Los hice sin querer— se excusa haciéndome fruncir el ceño.

—Eso te lo creería si fuese solo uno, pero son tres— me quejo dejando el móvil en la cama

—Pero te quedan bien... demasiado bien, sobre todo sabiendo que los he hecho yo— murmura con una sonrisa divertida antes de besarme comenzando un juego entre nuestras lenguas.

—Esta foto en vez de evitar que te mate, es una provocación, Gab— murmuro haciendo que se separe de mi sorprendido.

—¿Me has llamado Gab?— dice sorprendido, asiento confundida y él sonríe como un bobo, haciéndome recordar que me dijo que le llamaba así.

—Gabriel— le reprendo rodando los ojos, pero él solo sonríe divertido.

—Me da igual, la mandas tú o la mando yo... Pero con una pequeña dedicatoria— dice con una sonrisa juguetona haciendo que me lance a besarle sin importarme no llevar la sábana conmigo y quedarme desnuda.

—Quiero repetir— murmuro sobre sus labios poniéndome sobre él haciendo que sonría mientras sus manos van a mi trasero para pegarme a él.

—La foto, mi padre ha insistido— dice entre mis besos pero no le dejo hablar más ya que llevo mis manos a su pantalón para desabrocharlo, pero antes de que pueda continuar la puerta se abre con un fuerte golpe haciéndome gritar.

—¡Dejar de una puta vez de follar!— grita el coronel.

—¡Deja de tocar los cojones!— le exige Gabriel alcanzando la sábana para ayudarme a taparme con ella.

—Murray, la foto— exige ignorando a su hijo.

—Sí mi coronel— digo buscando el móvil, entre las sábanas pero acaba cayéndose al suelo— Mierda— farfullo.

—Voy yo, agarrate— dice Gabriel agachándose haciendo que me aferre a él y a la sábana mientras se agacha conmigo para coger el móvil.

—Espero que se lo haya tomado en serio— dice extendiendo la mano.

—Padre— se queja Gabriel, pero este nos lanza una mirada que me hace darle el teléfono de inmediato.

—¡Joder Murray!— grita cerrando los ojos haciendo que frunzo el ceño, cojo el teléfono bajo la mirada divertida de Gabriel y cuando veo la foto me muero de la vergüenza.

Pelotón trojanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora