Capítulo X

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Capítulo X



Han pasado unos días del asalto al almacén, y el no haber vuelto a saber nada de Gabriel me pone un tanto alerta, teniendo en cuenta que los rusos me están buscando.

Desde que volví, no he salido del cuartel, hablo con mi abuela por teléfono, la cual me asegura que está bien y que no me preocupo con ella... Pero no puedo parar de pensar en que tal vez vayan a por ella.

Con Edgar, las cosas se han vuelto un poco frías, me siento mal por haberme acostado con Gabriel, no una, sino tres veces, una de ellas simplemente porque me enfadé con él... Por eso le intento evitar lo máximo posible, poniendo la excusa de que tengo que estudiar, pero no durará mucho.

Tal vez debería decírselo, tal vez me perdonaría... Imposible, si hubiera sido una vez... Pero ¿tres?

—¡Isabel!— me llama el cabo sacándome de mi sueño mientras corría.

—Voy mi cabo— le digo corriendo hacia él.— ¿Pasa algo?— le pregunto al ver su forma de mirarme.

—Han llamado del Hospital...— dice tanteando el asunto.

—¿Cuál?— le pido nerviosa, bueno más bien histérica.

Mi abuela...

—Cadete, no puede irse.— me avisa.

—Dígame en qué maldito hospital está, mi cabo— le exigo intentando respirar con normalidad.

Si la pasa algo me muero.

—En el clínico, pero cadete, no puede marcharse— me repite, pero le ignoro y salgo corriendo a toda velocidad hacia el parking donde dejé mi moto cuando entre al cuartel.—¡Cadete!— me llama pero no dejo de correr a toda velocidad.

Una vez llego a la moto recuerdo que no tengo las llaves aquí, por lo que doy una patada a la rueda frustrada, pero antes de que eche a correr a mi habitación un coche se para cerca mía.

—¿Qué pasa?— me pregunta Gabriel desde el asiento del piloto.

—Llevame al Hospital clínico, por favor— le pido notando como mis manos tiemblan por los nervios.

—Sube— dice de inmediato por lo que me subo al coche y este de inmediato sale de la base a toda velocidad, haciendo que el guardia nos regañe.—¿Qué pasa?

—Mi abuela— susurro asustada mientras pasamos las calles de Madrid a toda velocidad.

—Cinco minutos y estamos, tranquilizate, seguro que está bien...— me pide poniendo su mano en mi muslo, pero se la aparto.

—Te dije que lo que había entre nosotros se ha acabado— digo seria, pero él niega con una sonrisa en la cara.

—Lo nuestro no ha acabado— dice seguro tras un rato en silencio.

—Estoy con Edgar.

—No te importo acostarte conmigo tres veces— me interrumpe haciendo que la sangre me hierva.

—No volverá a pasar, tenlo por seguro.

—Eso será si yo quiero, Isa...—dice el muy egocéntrico.

—Eres un gilipollas arrogante.— digo exasperada antes de darme cuenta de que hemos llegado al hospital.—Para aquí, ya puedo ir sola— digo quitándome el cinturón para salir lo antes posible.

—Entraré contigo, no voy a dejarte sola.—asegura haciéndome rodar los ojos.

—No quiero verte aquí, así que vete— digo antes de salir del coche cuando frena en la puerta.

Pelotón trojanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora