Capítulo XII

1 0 0
                                    

Capítulo XII

—Vamos a tomar unas cervezas anda— me pide Bea vestida con un vestido corto que le queda como un guante.

—No me apetece...— murmuro desde mi cama haciendo el vago, ya que está semana ha sido infernal...

—Tía... Tienes que relajarte... Has tenido una semana horrible con lo de tu abuela, pero necesitas relajarte...— dice sentándose a mi lado quitándome el pelo de la cara— Además alguien me tiene que llevar al bar— insiste sonriente haciéndome rodar los ojos.

—Solo dos rondas— la advierto pero ella se levanta corriendo a mi armario emocionada.

Lo malo es que si Bea y yo nos juntamos en un bar, no nos vamos hasta que nos dicen que van a cerrar.

—¡Ya lo veremos!— dice emocionada rebuscando entre la mi ropa de hacer deporte.

—Trae dejame— digo divertida levantándome a coger mi único vestido que tengo aquí, el cual es uno negro y muy sexy.

—Me encanta— dice animada dando palmaditas antes de ir a por el neceser con el maquillaje.—Tu maquíllate que voy a ir a buscar a Iker y estos por si quieren venir— dice animada antes de dirigirse a la puerta.

—Tardo diez minutos— la aviso comenzando a hacerme un pequeño eyeliner con el espejo apoyado en la lamparita de noche.

Hay que apañarse como una pueda...

Una vez terminado el eyeliner, me pongo el vestido, yendo a buscar mis tacones negros y el bolso antes de salir de la habitación llamando a Bea.

—¿Bea donde estás?— la pregunto en cuanto coje el teléfono.

—¡En el bar!— grita intentando que la escuché a través del barullo.— Me ha traído el cabo— dice divertida haciéndome reír mientras cierro la puerta.

—Estoy allí en cinco minutos— la aviso antes de colgar.

—Se puede saber que se celebra hoy— dice Diego, el amigo de Gabriel a mis espaldas.

—Nada en especial, solo vamos a tomar unas cervezas. ¡Nos vemos!— digo más animada que antes. No sé cómo lo consigue, pero Bea siempre me levanta el ánimo.

—Que casualidad Diego y yo también íbamos a ir— dice Gabriel saliendo de la habitación con unos vaqueros y una camiseta negra que le queda como un guante...

—¿Si?— dice confundido su amigo.

—Bueno, es mejor que me vaya— murmuro intentando salir de allí. Camino por el pasillo con rapidez, y una vez llegó a fuera me abrazó a mí misma por el frío.

Cuando llegó a mi moto, me pongo mi casco teniendo cuidado con mi maquillaje y enciendo la moto antes de salir de allí, viendo a Diego y Gabriel caminar hacia el parking.

—Pasatelo bien, guapa— dice el de la puerta cuando salgo haciéndome sonreír, ya nos conocen a Bea y a mi.

Aparco la moto cerca de la puerta, quitándome el casco bajo la mirada de un par de hombres trajeados a un par de metros.

—Hola— digo amable al ver que me miran, pero solo se limitan a mirarme fijamente— Vale...— susurro dejando el casco sobre el asiento para ir dentro del bar helada de frío.

Busco con la mirada a mi amiga, y cuando la veo no puedo evitar sonreír divertida.

—¡Me gustaría inventar un país contigo!— canta mi amiga con una cerveza en la mano desde la pista improvisada de baile, junto al cabo el cual está más tieso que una escoba.

Pelotón trojanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora