Capítulo XIV

1 0 0
                                    


Capítulo XIV



—Te quiero mucho lo sabes ¿No?— murmuro besando la frente de mi abuela la cual ya está en casa, pero con una enfermera todo el día para que la cuide y la ayude.

—Claro que lo sé mi niña...— dice cogiendo mi mano con cariño— Ten cuidado allí, y llamame todos los días, no me tengas con el alma en vilo— me pide preocupada.

—Te llamaré, solo estaremos allí para dar apoyo en la base. Lo más seguro es que casi no salgamos de allí, tu tranquila y haz caso a lo que te diga Luz— la pido, ya que más de una vez me ha llamado la enfermera para decirme que no la hace caso.

—No necesito una niñera— se queja como siempre haciéndome reír.

—Sabes que ha insistido el tío, no quiere que estés tanto tiempo sola, podría volverte a pasar...— murmuro abrazándola, viendo el dolor en sus ojos al recordar, me imagino, que a mi padre— Haz lo que te diga, eres lo único que tengo— la pido.

—Lo sé mi niña, lo sé...— murmura abrazándome de vuelta para luego besar mi cabeza— Ahora vete, que llegarás tarde...

—Te quiero— la digo dándole un beso en la mejilla.

—Y yo a ti mi niña— dice sonriente antes de que me levante de la cama.

—Te llamo en cuanto llegue— la aviso antes de salir de su cuarto.

—Vete, que llegarás tarde— me insiste, asiento y la lanzo un beso antes de salir.

—Por cualquier cosa llamame— la pido a Luz, la enfermera, la cual asiente con una sonrisa.

—Tranquila, cuidaré de ella— dice cortando un par de verduras— Suerte por allí— dice divertida, la verdad es que es un amor la chica, tiene solo un par de años más que yo.

—Gracias, nos vemos dentro de unas semanas— digo cogiendo la mochila de viaje, donde llevo la ropa que necesito, que consta sobre todo de uniformes, por no decir que es lo único que llevo.

Salgo del apartamento rápidamente y me cuelgo la mochila en la espalda antes de ponerme el casco y subirme a la moto para volver a la base y coger el avión que me llevará, junto a otros compañeros a Afganistán.

Una vez llego, aparco y al ver la hora en mi reloj salgo corriendo hacia la pista ya que voy a llegar tarde, para variar.

—¡Maldita sea Murray!— me reprende el cabo cuando me ve llegar corriendo como alma que lleva el diablo.

—Lo siento mi cabo— digo con la respiración acelerada. Menos mal que corro todos los días con él, porque si no ahora mismo tendría un pulmón menos.

—Te han traido esto los de investigación— dice dandome una mochila metálica de color negro.

—Es verdad, el exo— recuerdo, por poco me voy sin él. Me dijeron que tenía que ir a buscarlo...— Muchas gracias, mi cabo.

—Sube que tus compañeros te están esperando— dice rodando los ojos— Enseña a esos niñatos de la base de que están hechos mis cadetes— dice severo, haciéndome sonreír.

—Como ordene mi cabo— digo con una sonrisa de oreja a oreja— Cuide a Bea de mi parte— digo divertida antes de subir apresuradamente al avión que me esperaba con la compuerta abierta.

—¡Será insolente!— me reprende después de unos segundos, haciéndome reír cuando entro al avión.

—Buenos días— digo encontrándome con un montón de hombres sentados en sus respectivos asientos.

Pelotón trojanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora