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La Luna que Jungkook tanto solía apreciar, era admirada por todos, incluyendo a Kim Taehyung, quien, probablemente, era la persona que más prestigiaba la deleitante oscuridad que le entregaban las noches.

Sus ojos eran caídos. Solía admirar con cautela y silencio aquel jardín; las flores notándose apenas gracias a la luz blanca que emitía la menguante. En pocas ocasiones, o cuando le daba seguridad, admiraba desde lejos los faroles encendidos de cada casa en el pueblo. Era costumbre volver su mirada hacia sus flores, porque sabía que eran mucho más bonitas que toda la gente de esa pequeña ciudad.

Él nunca había sido de congeniar con nadie. La vida le había dado años enteros de sumo silencio e íngrimos. Había días en donde no se asomaba por la ventana ante la gran inseguridad de que alguien lo pudiese divisar. Otros días, como ese, su mente no aguantaba mucho en ese lugar tan oscuro, lleno de encierro y soledad, en donde se carcomía de extraños pensamientos, sin absolutamente nadie. Ese día había decidido asomar su rostro y, como siempre, con una elegante máscara color blanco. Su costumbre era tanta que ya la sentía parte de sí. Con ella solía admirar a las personas y a sus mismas flores, pensando en tantas cosas como en las pocas que se limitaba a hacer.

Tal vez, hasta él mismo pensaba que la primavera era su época favorita de todo un año. Pero la verdad es que, para una persona fuera de lo que invocaba seguir palabras referentes, simplemente sentía que no tenía por qué ser la más bonita ni la más fea, sólo ser la primavera. Por eso se molestó, y a la vez asustó, cuando pudo notar menos flores en su jardín aquella noche.

—Ladrones infelices. —Refunfuñó mirando a éstas. Movió su cabeza y se dispuso a cerrar la ventana, dejándola totalmente cubierta y sin absoluta vista al exterior. Seguramente, si robaban sus flores, tendría un mayor riesgo a ser visto. Y él, para nada, deseaba algún lío.

Al estar encerrado, no le quedó otra cosa por hacer, además de ya haberse leído parte de un nuevo libro, que acomodarse en su cama y admirar el techo de su cuarto. Aquél era alumbrado por diminutos orificios que se escapaban del diseño de la casa.

Sus suspiros aparecían en momentos, cuando una leve presión en su pecho llegaba a quitarle el poco sueño que le daba. A veces, solía amararse y cuestionarse historias completas admirando ese color oscuro de las paredes. Otras veces reía en silencio por lo chiflado que debía parecer. Pues su vida, hasta ese momento, jamás había sido interesante. Probablemente en más tiempo tampoco lo sería, pero él lo aceptaba. Aprendió a aceptar lo que estaba destinado. Aprendió muchas cosas del mundo y de un ser humano estando aislado, cosas que apenas daban la cuenta.

Comprendió que no servía de mucho aprender y abrir los ojos ante un mundo totalmente ciego e intolerante. Era como regar flores en un día lluvioso; no servía de nada y estaba demás. Por eso, en vez de reclamar por cómo eran las cosas, se callaba y aceptaba que, por más que reclamara, no cambiarían.

Esa noche se preguntaba cuánto podría aguantar como un ser humano totalmente solo, sin nada más que ese jardín, su máscara y esa antigua casa. No se dio la respuesta porque sentía que, probablemente, siempre sería así. Pues desde hace mucho tiempo todo había transcurrido así y, aunque se resignara a aceptarlo, también sentía que cada vida debía tener un mínimo destello. Algo que dejara enseñanzas. Que dejara momentos tanto buenos como malos para reflexionarlos y recordarlos así; en lo que se sintió vivir cada uno de ellos y lo bueno que, con el paso del tiempo, le hicieron a su propia vida.

Taehyung temía. Temía que, algún día, llegara aquel momento. No estaba preparado para eso y sentía que nunca lo podría estar.

Se dio la tercera vuelta en su cama, para poder cerrar sus ojos y despertar otro día de su vida ahí mismo. Últimamente, su sueño no andaba muy acorde, probablemente era la culpa de la Luna en esa época del año, en cada cambio de estación le ocurría lo mismo. Una vez que intentó por enésima vez conciliar el sueño, escuchó un suave silbido atravesar esas añejas paredes. Llegó hasta sus oídos como una melodía, atrayéndolo.

The Truth Untold (Vkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora