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Hizo rechinar la cama, de un solo golpe, al levantarse tan alterada y abruptamente. El sudor le corría por todo el torso. Sus ojos estaban demasiado cansados como para poder abrirlos con normalidad, ya que había dormido demasiado. La cabeza le dolía por montones. Se limitó a admirar, casi delirando, los rayos del Sol. Aquellos se traslucían, flácidamente, por la cortina de su cuarto. Comprendió que ya era demasiado tarde. Su madre no lo había despertado ese día. Algo que le parecía, de por sí, demasiado extraño.

Intentó levantarse, con desmotivación, para poder abrir la ventana. Dejaría que el aire exterior tuviera la capacidad de hacerlo sentir, al menos, un poco mejor. En los últimos días, su estado físico y emocional eran dos cosas muy inestables: No había salido de su casa hace días. Era como si persistiera algo en su interior. Algo que le proporcionaba una fuerte presión en el pecho al tener que exponerse.

Esa noche, había soñado muchas cosas. Entre esas cosas, Taehyung estaba en la cima; no podía sacárselo de la maldita cabeza. Sentía que aquello era lo causante de su estado actual. Pero, lo que más confundido lo dejaba, era que no sabía qué sentir exactamente. No se encontraba enfadado, pero sí demasiado avergonzado ante todo lo ocurrido. Y esa vergüenza se transformaba en una pequeña melancolía.

Entre sus sueños, solía recordar demasiadas cosas. Nunca había sido fan de recordar cada uno de los hechos. Recordar era como estar reviviendo todo, a veces de una forma casi más intensa que en el mismo momento. Los recuerdos de aquella máscara, votada como un trofeo en el suelo, era algo que volvía a agitarle el pecho. Las facciones del mayor aún las repasaba, con sumo cuidado, en su mente. Se preguntaba, de forma severa, cuál era la intención de ocultarse, aún teniendo un rostro tan peculiar. Porque Taehyung para Jungkook era sumamente hermoso. No sabía qué hacer con aquella información revoloteando, a cada segundo, por su mente. Probablemente, esa era la gran razón por la que no había vuelto hacia aquel lugar; imaginaba el rostro del mayor y sus piernas flaqueaban en el momento. Sentía que nunca más lo podría enfrentar. Que nunca más lo podría mirar hacia los ojos. Ahora él se había transformado en el cobarde de esa historia.

Pasó las manos por su rostro, con un suspiro demasiado pesado de por medio. Se dispuso a sacarse sus prendas y a vestirse, ya no podría estar por mucho tiempo más encerrado en su propio cuarto. Las horas se le habían vuelto eternas. Cuando atravesó la puerta de su dormitorio, el olor a comida le inundó las fosas nasales. Percibió que su madre sí se encontraba en casa. Con su ceño fruncido y confundido, Jungkook se dirigió al salón de ésta misma. Encontró a su madre cocinando con tranquilidad. Ella tarareaba melodías acordes a sus acciones.

—¿Mamá? —La mujer se sobresaltó al oír la voz del menor. Fue dándose media vuelta, con sus manos posadas en su cintura. Se encontró con los hinchados y bajoneados ojos de su hijo.

—Miren quién se dignó a despertar.

Jungkook sonrió suavemente. Aún se encontraba somnoliento.

—¿Por qué no me despertaste esta mañana? —Preguntó en un tono áspero. La mujer se inclinó de hombros. Se dio media vuelta y volvió a agarrar el cuchillo, para seguir cocinando.

—Supuse que estabas cansado. He notado.... —Miró de reojo hacia los costados—... que has estado algo desanimado.

Jungkook abrió sus ojos a par. No supo qué responder en ese instante, sólo admiró, por breves segundos, el suelo. Mantuvo la mirada fija en éste. Jugó con los dedos de sus manos un momento, y sólo se dio media vuelta. Fue dirigiéndose nuevamente hacia su cuarto. Su madre permaneció en un taciturno silencio al admirar su desganado trayecto. Las dudas la carcomían ante cada acto que realizaba el menor. Su enfado se volvía confuso, por anhelar cosas buenas para él y sólo recibir más y más de sus desganados días. Muy pocas veces la compasión le daba motivos suficientes para poder razonar de una buena manera.

The Truth Untold (Vkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora