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Sonó un tenue y casi inerte golpeteo en la puerta de la entrada. Jimin se encontraba sentado, junto a la ventana de su casa, apreciando la luz que el gran Sol le entregaba. Estaba leyendo libros antiguos. Su mismo padre los coleccionaba. Cuando oyó el sonido de la puerta, frunció el ceño en desconcierto. Estaba solo. Sus padres habían salido hace muy poco y le parecía muy difícil que volvieran tan pronto. De todas formas, se levantó y, con algo de pereza, se dirigió hacia la entrada. Al abrir la puerta, inmediatamente se encontró con el pelinegro. Aquél parecía que un carro le había pasado por encima. Abrió los ojos, de gran manera, al admirarlo.

—Jungkook —Exclamó. Ya hace días no sabía absolutamente nada de su amigo. Aunque, admirando su demacrado aspecto, suponía que aquello se debía a algo en específico.

—Jimin.... —Jungkook se llevó las manos hacia los costados. Estaba muy avergonzado de presentarse así frente a la casa del rubio. Esperaba que estuviera solo y, para su suerte, así lo era. No quería volver aún a su casa, mucho menos en tales condiciones: su ropa olía a perfume barato mezclado con alcohol. Y aún quería darse el tiempo de pensar. Pensar en demasiadas cosas. Sabía que, si llegaba a su casa, no tendría ni un solo respiro para poder reflexionar.

—Jungkook..., yo.... ¿Cómo estás?

El nombrado miró hacia los alrededores.

—¿Puedo pasar, Jimin?

—Eh... claro, obvio, por supuesto. —Hizo un gesto con la mano, incitando, de gran forma, a que el menor pasara. Éste así lo hizo. Dio pasos dentro de la casa de Jimin, algo cohibido y tímido. Aún temía que los padres de éste estuviesen en el lugar y se encontraran frente a él con aquel aspecto—. Mis padres no están. No te preocupes, no pasará nada.

Soltó un gran suspiro al escucharlo. Después se dirigió, con rapidez, hacia la cocina de la casa. Cuando llegó al fregadero, tomó un vaso y bebió agua como si nunca antes la hubiese probado. Su aspecto cambió en el transcurso. Ya no se encontraba tan desorientado. Necesitaba hidratarse los más que sus pobres células podrían.

—¿Qué te ha ocurrido? No te veo hace días —Comentó Jimin. Jungkook se dio la vuelta, aún con el vaso entre sus manos. Encontró su mirada con la de éste. Él lo admiró desde los pies hasta la cabeza—. Pareciera que anduviste de parranda. —Le dijo, levantando una ceja. El menor dejó el vaso en la mesa y se pasó las manos por la boca, secando algunas gotas de agua.

—Algo así.

Jimin abrió los ojos.

—¿Es enserio? —Jungkook asintió. Jimin sonrió—. Vaya, tenemos a todo un revoltoso. —Continuó riendo. El menor bajó la cabeza.

—Pero no le digas a nadie —Lo apuntó firmemente con el dedo. Jimin alzó ambos brazos, intentando expresar inocencia.

—Soy una tumba. Ya lo sabes.

Jungkook suspiró por enésima vez en el día. Se afirmó de los costados de la mesa, con algo de cansancio. Las terribles náuseas aún le complicaba el permanecer de pie. Era como si estuviera en un constante carrusel. También era horrible esa sensación de resequedad en sus labios. No tenía ni la menor idea de qué era lo que había bebido la noche anterior, pero nunca más quería volver a probar ni una sola gota de lo que sea que fuese.

—Necesito ducharme y que me prestes ropa. No puedo llegar a casa de esta forma. —Dijo, al darse la vuelta y admirar a Jimin. Éste levantó ambas cejas.

—¿Y la palabra mágica?

Jungkook frunció su mirada.

—Ahora.

The Truth Untold (Vkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora