4

27 1 0
                                    

4

Desde que puso un pie en la reluciente cerámica del salón de música, Jungkook no pudo despegar su incomoda y disimulada mirada de su profesor Lee. Aquél llevaba una de sus sonrisas más relucientes ese día, así como todas las veces anteriores, sin ningún gesto que hiciera dudar de su nítida felicidad, mientras que en el muchacho comenzaban a crecer esas tremendas dudas existenciales.

Aquellas nunca las había tenido. Al menos, de más joven, no recuera haber tenido grandes preocupaciones. Al admirarlo, se preguntaba por qué el hombre mayor sonreía, si ayer por la noche estaba tirado, en las inmundas calles, como un pobretón cualquiera. Las otras preguntas aún rondaban en la intimidante y misteriosa persona que había conocido esa misma noche.

Pues era difícil darse una respuesta por sí mismo, por eso en la madrugada no había logrado conciliar el sueño, sin siquiera ser consciente de la verdadera razón. Lo único que se podía cuestionar, o lo que, mejor dicho, le incomodaba, era su gran impulso de querer salir del salón e ir hacia el hombre enmascarado, para aclarar toda duda que tenía respecto a él. Pero, con todo su orgullo, no lo haría. Jungkook le había dicho, la noche anterior, que no volvería a pisar su jardín. Y por supuesto que cumpliría su palabra.

—Y uno, dos y tres...—La voz de su profesor dio comienzo a la armoniosa melodía que trataban de coordinar. Jungkook, en otro lado menos en ese lugar, ni siquiera estaba prestando atención en sus movimientos, tampoco a las afinaciones que le daba a su violín. Sólo podía estar quieto, mientras sus ojos, en vez de mirar las cuerdas del instrumento, miraban el suelo.

—No, no, no. ¡Alto! —Y la música paró como un globo ruidoso desinflándose. Jungkook se detuvo cuando se dio cuenta que era el único idiota que había seguido tocando por más de tres segundos. Todos se giraron hacia su lugar, esperando respuestas que, simplemente, él no les podría dar.

—¿Quién se levantó con el pie izquierdo hoy? —En la música, una persona suele pensar que la tropa se desordena cuando un integrante lo hace. Tal vez sí. Pero para un profesor como el de Jeon Jungkook, con un oído muy agudizado, se podía percatar en qué notas y movimientos de manos se equivocaban en una melodía. Por eso Jungkook no pudo disimularlo muy bien y, probablemente, por eso su profesor lo miraba con su ceño totalmente fruncido, como si fuera un desconocido en medio de todos.

—Jeon, ¿qué ha pasado? —Sus mejillas rojas no tardaron mucho en aparecer. No supo qué decir, además de sólo bajar su mirada, mientras todos esperaban esa charla que, lo más probable, no tardaría en llegar.

—Muchachos, la música es...—Y todos soltaron sus hombros con un suspiro coordinado—.... Arte. Cuando uno la expresa, debe expresarse como la maravilla que es. No podemos desafinarlos ni en la mínima nota, solo tratar de demostrar nuestra pasión. —Una vez más, Jungkook no podía creer que ese era el mismo hombre que había visto la madrugada anterior—. Recuerden que nos estamos preparando para poder presentarnos ante todo el pueblo. Debemos cumplir sus expectativas y lograr complacerlos, a todos. —Él frunció su ceño, ladeando su cabeza, pensativo.

Recibió la mirada del hombre como si sus ojos fueran una brillante luz ante insectos. Se fue removiendo nervioso por su repentina mirada.

—¿Sucede algo, Jungkook? —Se reacomodó y aflojó su cuello—. Sólo habla de una buena vez, nunca lo haces. —Su mandíbula vaciló y sus mejillas estaban volviendo a ese color carmesí.

—¿P-Por qué debemos cumplir con esas expectativas y complacerlos? Usted, en sus charlas, dice que el artista hace su arte para complacerse a sí mismo. —Todos dieron la vuelta ante las comprometedoras palabras que el chico callado y flacucho del salón había dicho. El profesor Lee lo miró con sus ojos más abiertos, rascando su cabeza, mientras se remordía la lengua con esas mismas palabras.

The Truth Untold (Vkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora