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Dejó caer su cuerpo, lentamente, en la silla de madera que se encontraba en la biblioteca. En sus manos sostenía un gran libro, mientras acomodaba sus talones, uno encima de otro, para así leer de mejor forma. Ese día, después de innumerables reclamos que había recibido por parte de su madre, Jungkook había decidido asistir a sus clases. Se llevó una gran sorpresa al enterarse que, en un día más, tendrían una gran presentación, cerca de las calles principales, con bastante gente alrededor, así como era de esperarse. El profesor Lee no se molestó en reclamarle mucho por su inasistencia. Sólo le ordenó, pacientemente, que, con suma rapidez, pusiera al día todas las notas en el violín, para que así todo saliera perfecto, como todos lo esperaban.

Aquello no tardó ni fue demasiado difícil de realizar. Probablemente, fue todo eso lo que salvó al menor de los eternos reclamos del hombre mayor. De todas formas, sus clases ya habían terminado y él, como siempre, había sido el primero en tomar marcha, saliendo tan rápido como un rayo de ese gran salón. No tuvo la dicha suerte de encontrarse con Jimin por las alborotadas calles. Suponía que éste aún estaba sumido en cada clase anatómica. Por eso, sin importarle ya nada de lo que opinara cada persona de su propia vida, se dirigió hacia la biblioteca.

Producía silbidos, inconscientemente, al leer cada párrafo del libro. Su concentración era innata, mientras recibía una mirada, llena de firmeza, por parte de la bibliotecaria. Apenas Jungkook había pisado el lugar, ella no se había dignado en quitarles los penetrantes ojos de encima, como si desease espantarlo del lugar con sólo su mirada. Él no tenía mucho tiempo para pensar en los demás. Su mente y pensamiento, después de todo lo ocurrido la noche anterior por aquellas vacías y oscuras calles, no dejaban de deambular en el negro superficial de esos callejones. Como si fuera mito que, a mitad de la noche, la profunda y vacía oscuridad pudiera oler y descifrar cada pensamiento que se atravesase, para así reflejarlos en ella misma, como una temerosa maldición sin remordimiento que podía recaer en cualquiera.

Aquella silueta que Jungkook, a duras penas, había divisado en aquellos momentos, no había sido solamente una simple e idiota ilusión. Sentía que entre más la recordara o sobre pensara; más diminutas se le hacían las teorías. Tener alucinaciones era como estar volviéndose loco, y percibía que ésta había sido mucho más que una simple suposición. Mucho más. Sabía que la imaginación de un ser humano no era tan realista como para poder recrear algo así, tampoco era como si las ilusiones fueran tan bondadosas con quien se las creyera. Cuando aquel carruaje atravesó e iluminó el callejón, todo fue una explosión en sus míseras y pobres neuronas. Se cuestionó con bastante seriedad si, en aquellos momentos, se encontraba en un cordial estado.

Probablemente, sus ideas sonaban muy confusas, pero estaba casi seguro de que, perfectamente, podría haber sido el enmascarado. De todas formas, todo aquello se confundía, aún más, cuando trataba de buscarle alguna justificación a esa tal aparición. Se cuestionaba con profundidad a qué se debía. ¿El abatimiento del mayor habría colapsado, y a causa de eso se debió su salida al pueblo? Eso se contradecía al pensar en que éste, ni en sus tiempos más monótonos de la vida, se atrevería a salir de su casa. Que, por más aburrido o no que se sintiese, su cobardía no lo hubiese dejado. Mucho menos cuando llevaba tanto tiempo en aquel lugar, que la aburrición ya no era algo por lo cual había que inmutarse. ¿Acaso saldría en busca de algo? Pensándolo de tal forma, y adecuándose a las circunstancias, Taehyung no hubiese tomado esos caminos —mucho menos de noche— para salir en busca de simples cosas. A no ser que haya ido en busca de algo muy necesitado o, mejor dicho, de alguien.

En ese momento, todo se revolvía en la mente de Jungkook. No conocía a otra persona, en ese pueblo, que usara una blanca máscara. Nadie lo hacía o, mejor dicho, ¿por qué alguien lo haría? Eso jamás lo podría entender. Era como haberse encontrado con un fenómeno, al cual todos ignoraban. Un extraño vacío lo molestaba al pensarlo de esa forma. Un vacío que lo carcomía, lastimosa y dudosamente, al saber que Taehyung podría ser el único. El único en ocultarse de esa forma. El único en retener un miedo ajeno y traumatizante ante la sociedad. El único que, tal vez, permanecía en una cruda, culposa y fría soledad, así como muy pocos lo podrían estar.

The Truth Untold (Vkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora