Capítulo 10

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Pude notar como Isabella se tensaba y palidecía al frente mío. No pensé que le fuera a caer la noticia tan mal. Bueno, dije “amiga de la familia”, está implícito que también va toda mi familia, ¿no es así? Isabella abrió ligeramente sus labios rojos debido al lápiz labial. De verdad que estaba hermosa. Tuve ganas de acercarme y darle un beso para tranquilizarla pero ya vi lo que pasó antes. Ya no más intentos. Si ella no quiere, no la obligaré a nada.

-Tranquila, son buena gente. –separé nuestras frentes y le sonreí a ver si es que así calmaba sus nervios.

-¿Qué…qué vas a de…decir de mí? –Ella me quedó viendo. –Digo, no soy tu novia, ni tu amiga, no soy nada tuyo.

-Auch. –me topé el pecho con mi mano desocupada y me reí. Ella no se rio solo me quedaba viendo. –Diré que eres mi cita y cuando ya no te vuelvan a ver diré que no nos fue bien. ¿Contenta? –Ella no parecía convencida, bajó la mirada y sólo movía la cabeza de un lado al otro. -¿Cuál es el problema? –le topé la barbilla con mi dedo índice y la alcé.

-Luego van a pensar que soy una arpía y que te rompí el corazón. –Me reí.

-Sólo tú te preocupas de lo que dirá gente que ni te conoce. –Ella se calmó y se empezó a  reír. –Además, ellos saben que nadie puede romperme el cora…la ilusión. –corregí. Es verdad, ellos nunca han conocido alguna de mis anteriores parejas y bueno yo, nunca he sufrido por el amor propaganda. Recordé las palabras de Isabella, sonreí.

-¿Por qué? ¿Eres el hombre piedra? –frunció el ceño.

-Te van a quedar arrugas de tanto fruncirme el ceño. Ya vamos, capaz nos están esperando. –Ella se rio y sólo asintió.

Entramos en el club, después de dar el nombre de Isabella debido a que ella no es miembro. Sí me molesta la exclusividad, como si se pudiera clasificar a la gente por sus recursos, ridículo. Todo estaba perfectamente decorado. El pasillo de la entrada estaba repleto de rosas blancas, las favoritas de Mary. Aproveché que había un montón y tomé una para tendérsela a Isabella.

-Gracias, pero creo que no podemos tomarla. –alcé los hombros.

-Una no les va a hacer falta. –Ella ignoró y devolvió la rosa al jarrón de donde la había tomado y evitó verme. Eso no se hace.

Decidí no enojarme por su acto y seguimos caminando. El lugar era inmenso, tal y como lo recordaba. En el salón principal había un arco de flores en forma de corazón que daban paso al salón Neptuno, el más grande de aquel club. Caminamos a través del arco y noté que ella fruncía el ceño al pasar por él. Preferí no preguntar cuál era su disgusto y seguimos caminando hasta el salón. Nos recibieron dos hombres vestidos en traje negro deseándonos una excelente noche. Agradecí su deseo y ellos abrieron la puerta.

-¿Cuánto crees que gastó el novio por todo esto? –comentó Isabella mientras pasamos por las puertas.

-Bastante. –Me tensé. –Pero esas son las cosas que se hacen por amor, ¿no? –ella me miró.

-Ajap. –se limitó a decir, distraída viendo la decorac

El salón estaba dividido por lo que pude ver, al lado izquierdo se encontraban una gran cantidad de mesas medianas cubiertas por un blanco mantel y una enorme mesa donde, supongo, van la novia, el novio y sus respectivas familias. También de aquel lado se encontraba el buffet. Al lado derecho del salón, había  un gran espacio abierto para el baile y en una de las esquinas había una banda preparando sus diferentes instrumentos que iban desde piano hasta el violín. Además, también en la parte derecha del salón había un bar. Luego en la parte central del salón había una mini tarima con otro arco de corazón. Busqué entre la cantidad de invitados que estaban desperdigados entre las mesas y el bar hasta que encontré a mi hermana Rubí en una de las mesas hablando con mi madre. Tomé a Isabella y la lleve hasta aquella mesa.

Olvídame, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora