Capítulo 13

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Mierda, me duele la cabeza. Abro los ojos pero tengo que cerrarlos inmediatamente. Pero, ¿por qué tanta luz? Será mejor que me duerma un rato más…Espera, ¿DÓNDE ESTOY? Abro totalmente los ojos ignorando por completo el dolor de cabeza que esto me produce y examino el lugar. Mmm, una televisión bastante grande sobre una cómoda blanca con adornos negros que supongo ha de estar llena de ropa, una puerta al lado izquierdo de la habitación que obviamente da paso al baño. Espera, esto es una habitación del hotel. Escuchó como alguien bosteza y bota su brazo encima de mí. Recorro el brazo hasta llegar al rostro del dueño: Noah. Mierda. Me salgo rápidamente de la cama logrando caer duro sobre mi trasero. Auch. Me levanto tocándome ligeramente el trasero para disminuir el dolor. Estaba por irme del cuarto cuando noto que él está sin ropa, o por lo menos de su cintura para arriba sin nada. ¿Hice algo que no debo? ¿Debía? Mierda. Ya no puedo aguantar todo que se me escapa un escandaloso grito, me doy cuenta que eso despertará a Noah y me tapo la boca con ambas manos.

Él se empieza a remover en la cama y abre los ojos con susto.

-Voy a llamar a la policía. –Le digo  inesperadamente. ¿Acabo de decir eso? ¿Qué clase de idiota soy? Mierda, ¿Qué le diré a la policía? ¿Me violo? Estúpida Isabella, estúpida. Él sólo abre los ojos y  veo que se tensa hasta que por fin deja escapar una gran risa.

-Para estar con resaca, tienes una gran imaginación. –me sonríe mientras que se sienta en el borde de la cama. ¿Él está en calzoncillos? Notó como el rubor sube a mis mejillas. Apartó la mirada dirigiéndola nada discreta al televisor. -¿Piensas que me aproveché de ti estando en ese estado? –Sigo sin mirarlo.

-Sí, pienso eso. ¿Es verdad? –Mierda, ¿esto puede ser más incómodo? No lo creo.

-Creo que no te va a gustar la respuesta. –me contesta y estoy segura que me está sonriendo. No, no lo voy a ver. Espera, ¿lo hicimos?

-¿Te aprovechaste de mí? –Apreté los puños y lo vi. No aparté la vista.

-No. –Todos mis músculos se relajaron. –No me aproveché de ti. –Hay algo escondido por el modo en que lo dice. Sigue sonriendo.

-¿Entonces no pasó nada?

-Yo no diría que nada. –Se pasó una mano por el cabello haciéndolo algo irresistible. ¿Y qué si tu primera vez fue con él? Es divino, pienso. No, no. Rechazo este pensamiento.

-¿Entonces? –Todo músculo se me volvió a tensar.

-¿Entonces qué? –Apreté más duro los puños. Él pareciera que se estuviera divirtiendo.

-Deberías de hacer mejores preguntas si quieres mejores respuestas. –Coloca su dedo índice en sus labios. Isabella, concéntrate.

-Noah, maldita sea, ¿tuvimos sexo? –Le solté como gruñido. Él se empezó a reír pero se detuvo.

-Tú sigues con tu vestido, en cambio, yo ando en calzoncillos. ¿Qué quiere decir eso?

-No estoy de humor para tus malditos acertijos, bromas o lo que sea. Responde. –le solté.

-No Isabella, no tuvimos sexo. –me contestó sin, según yo, rastro de humor.

-Entonces, ¿por qué dices que pasó algo? –Me relajó notablemente y me siento en el suelo.

-Pasó que eres un asco tomando, no aguantas y –Él mira hacia otro lado y simplemente niega con la cabeza –te desmayaste; es decir, tuve que cargarte hasta aquí. Un “gracias” no estaría mal.

-Gracias, pero en primer lugar yo no quería ir. –recalcó y el hace una gran mueca. –Pero sí, gracias por no dejarme botada en ese bar donde un millón de hombres querían hacerme daño. –digo con gran sarcasmo.

Olvídame, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora